"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

30 de abril de 2008

¿Preso por error o libre por error?


Foto: Alberto Direnzo
Preso por error: vecinos no lo quieren
Formenti reitera que es inocente, pero sus vecinas quieren que se vaya del barrio
* Fue sospechoso de violar y matar a su hija, pero la Justicia lo liberó de culpa y cargo



- Disculpe señora. Estoy buscando la casa de Formenti.
- Formenti. No lo conozco.
- Carlos Formenti. Un muchacho que estuvo preso.
- ¿Qué?
- Decían que había violado a la hija, que la había matado, pero los exámenes de ADN dieron que él no fue.
- ¿Lo largaron?
- Si. Anoche. ¿Sabe dónde vive?
- Qué hijo de puta. Cómo que lo soltaron. Cómo se nota que al juez no le violaron los hijos.
- No sé señora. Dicen que él no fue. ¿Usted sabe dónde vive?
- Si claro, es acá al lado. En la casa con la puerta de chapa.

La casa de Carlos Formenti queda en 522 entre 168 y 168 bis, tiene una puerta de chapa de color bordó antioxido. No tiene cerradura, pero una cadena la ata a la pared. Está cerrada y tiene un candado por dentro. Los agujeros en donde debía ir el picaporte y el mirador permiten ver a un nene rubio que va y viene y habla con alguien que no deja verse.
- No hay nadie,- dice un vecino- Yo vi que se fueron hace un rato…
- ¿Está seguro? Mire que hay alguien adentro.
- Vinieron los tíos en un auto y se fueron.
- Pero parece que hay alguien en la casa.
- Me parece que no. Se fueron todos, dice el hombre.
En ese momento, alguien comenzó a sacar la cadena de la puerta.
- ¿Carlos Formenti?
- Si.
- Soy del diario Diagonales. ¿Podemos hacer una entrevista?
- ¿Y no me va a perjudicar?
- No sé. No creo.
- ¿Y me van a sacar fotos?
- Y… Si no le molesta.
- No. Está bien. Pasen.
La puerta de calle da a un patio y el patio a una habitación con dos camas. Una de una plaza y otra de dos. Las paredes son de ladrillo común, sin revocar. Hay un viejo lavarropa de paleta y un televisor encendido. En algún lugar debe haber un anafe, porque el lugar está impregnado de olor a comida, como si una sopa de gallina o un caldo de carne se hubieran evaporado en la habitación. Están Formenti, su mujer Liliana de los Angeles Rodríguez con un bebé en brazos y está Ariel, de cuatro años. El bebé se llama Alexis Román y tiene un año y 8 meses. “Es un bebé tumbero”, dice Formenti. Es un bebé concebido en una visita higiénica en la Unidad Penitenciaria Nº 1, de Lisandro Olmos.
Afuera, las vecinas comenzaron a corretear de una casa a la otra. Y con ellas la noticia de que “el violador está suelto otra vez”. Qué “está en la casa”, que “la justicia no existe”, que “los del diario vinieron a protegerlo”, que “le están haciendo una entrevista”.
Dice Formenti lo mismo que le dijo a la Policía cuando fue detenido. Habla de pie. Con las manos a la espalda o las manos al frente, bien a la vista, con la espalda derecha. “Si señor”, dice. Y un par de veces se le escapa: “no sé doctor”. Formenti repite que había ido a la plaza con su mujer e hijos, que volvían a su casa de 34 entre 138 y 138 bis cuando la nena se descompuso. Que le dio aire boca a boca, que le hizo masajes en el pecho y que gracias a eso la nena llegó con vida al hospital Italiano, aunque allí murió unas dos horas después de haber ingresado. Tal cual declaró en sede policial.
Luego de cuatro años, 8 meses y dos días preso, Formenti volvió a su casa con su mujer y sus hijos. Salió en libertad el 28 de abril, el regalo más lindo de cumpleaños que haya tenido, dice, pues había cumplido los 35 años dos días antes, el 26 de abril.
Nació en Azul, donde su papá fue penitenciario y empleado municipal. De su familia, la primera en vivir en La Plata fue su hermana mayor. Luego vino su madre con sus hermanos menores. Y a él no le quedó otra que seguirlos. Aquí conoció a María de los Angeles, que era joven y ya tenía una hija. “Hace 14 años que estamos juntos”, contó Formenti.
- Y qué fue lo que le pasó a su hija
- No sé. Dicen que encontraron dos o tres patrones de ADN.
- Usted dice que pudo haber sido violada por varios hombres?
- No sé. También se puede investigar qué pasó en el hospital. Estamos esperando que se haga justicia.
- ¿Tiene miedo por como pueda reaccionar el barrio?
- Recién llego y apenas salgo. Pero no tengo miedo. Pienso que si no me pasó nada adentro es porque Dios sabe que soy inocente y me cuidó. También me va a cuidar acá afuera.
- ¿No le pasó nada en la cárcel? Dicen que las personas acusadas de violación la pasan muy mal.
- A mi no me pasó nada. Sólo alguna violencia verbal. Estuve en un pabellón evangélico.
Afuera, las vecinas estaban alteradas por la presencia de Formenti en el barrio. “Toleramos que viniera la mujer, que fue cómplice de lo que ocurrió, pero de ninguna manera vamos a permitir que él viva en este barrio”, aseguró un grupo de mujeres a Diagonales. “Si se queda le vamos a prender fuego la casa”, advirtieron.

RECUADRO: Una causa en foja cero
Destacado: EL ADN ANALIZADO POR LA JUSTICIA NO ALCANZÓ PARA ESTABLECER LAZOS
Por Martín Soler
Carlos Formenti estuvo preso por la violación y muerte de su hija Milagros, de 5 años, que, según los estudios de ADN, no cometió.
La perito Ana María Lojo concluyó que los restos de semen extraidos del cuerpo de la nena no se corresponden con las del imputado". Y el lunes, durante los alegatos, el fiscal Rubén Sarlo desistió de la acusación. La defensora oficial del imputado, Verónica Garganta, no necesitó alegar. Los jueces Patricia de la Serna, Samuel Saraví Paz y Guillermo Labombarda absolvieron a Formenti del delito por el que estuvo preso.
Tras cumplir con los trámites de rigor y declarar bajo caución juratoria, Formenti recuperó la libertad. Se fue caminando con su familia a su nuevo hogar.
La causa sigue abierta. Los instructores deberán darle un nuevo rumbo a la investigación que, se presume, hará foco en el entorno familiar que tenía la víctima en agosto de 2003, cuando se produjo el aberrante ataque sexual. Todo vuelve a foja cero.

27 de abril de 2008

Violencia derecha



Foto: Alejandro Vivianco

* Fernando pudo correr y escapar de los hacendados bolivianos, que secuestraron y torturaron a sus compañeros.
* La cineasta local Tanimbú Estremadoiro fue capturada. La joven, de 24 años y con una hija de 4, fue estaqueada, golpeada y sufrió abuso sexual.
* El abogado guaraní Ramiro Valle fue el más lastimado. Lo golpearon con cinturones en la espalda durante más de tres horas.
* Los agresores querían información sobre el trabajo del Gobierno boliviano.

“Nací en el 77 y no sé lo que fue la dictadura. Pero durante los últimos días que pasé en Bolivia sentí lo que era vivir en una dictadura. Con el miedo de que en cualquier momento te vayan a buscar”. Fernando Cola es realizador audiovisual, egresado de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Su primer trabajo fue “Malvinas, la lucha continúa”. Y aunque es platense y forma parte de la productora local Conejo Producciones, se gana la vida con trabajos free lance. Los últimos fueron en Bolivia, donde filmó un documental sobre la reforma constitucional y la visita del Relator de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en 2007. Este año, volvió para documentar en imágenes la reforma agraria que impulsa el gobierno de Evo Morales y registrar la historia de las comunidades guaraníes cautivas, esclavas, que viven bajo el poder de terratenientes. Recorría el país con funcionarios nacionales cuando fueron emboscados en un pequeño pueblo. Los atacaron a pedradas. A muchos de ellos los secuestraron y torturaron. Fernando pudo escapar y sobrevivir escondido en la casa de una vecina, una radio y el cuartel del ejército, que tuvo que sacarlo del poblado disfrazado de militar, por un camino alternativo, de subidas, bajadas, curvas y contracurvas.
De vuelta en La Plata, Fernando accedió contar su historia a Diagonales, en su departamento de 8 y 58, después de haber dormido bien por primera vez desde aquel domingo 13 de abril que empezó como una jornada cualquiera de trabajo y terminó con su fuga de una turba que quería lincharlo. Y con su desaparición recorriendo los noticieros de todo el mundo durante tres días. “Ví las noticias y me quería morir porque no podía avisarle a mi familia que corría riesgos, pero estaba bien”, cuenta el joven, frente a su papá.
Dos Organizaciones No Gubernamentales (ONG´s) bolivianas contrataron a Fernando para que registrara el trabajo oficial. El Centro de Estudios Jurídicos de Investigación Social (CEJIS) y el Grupo Internacional de Trabajo sobre Pueblos Indígenas (IGWIA por sus siglas en inglés) ponían la logística para los traslados y las estadías y pagaban el trabajo. Fernando tenía que recorrer el Chaco boliviano, al sur del país, y el departamento de Pando, al norte; donde nunca llegó.
Durante su estadía en Bolivia, trabajó con Tanumbú Estremadoiro, una joven cineasta local a cargo del guión del documental y con quien se subió a la cabina del Movil 1 de la expedición del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) y el Viceministerio de tierras que el domingo 13 de abril salió de Camiri para recorrer 30 kilómetros hasta la zona de Itacuatía, en el Alto Parapetí, para encontrarse con la comunidad guaraní del lugar. Debían cruzar Cuevo, un pueblo de 3.000 habitantes ubicado en Santa Cruz de la Sierra, al que lograron entrar y del que no salieron ni sanos ni salvos.
Los funcionarios bolivianos se trasladaban con un grupo de guaraníes que sumaban una comitiva de unas 100 personas. A las 19, salieron en 9 vehículos: dos camiones, un micro y seis camionetas. “Yo iba con Tanumbú y Ramiro Valle (abogado de la Asamblea del Pueblo Guaraní) en la cabina del primer camión. Y cuando llegamos a Cuevo nos encontramos con que el camino estaba bloqueado, que es como le dicen allá a los piquetes. Como estábamos en un camión, bajaron los guaraníes que había en la cabina y corrieron las piedras. Los manifestantes (hacendados o campesinos que se niegan a que midan sus terrenos) no dijeron nada. Pero cuando pasamos tiraron un tres tiros, como para avisar que habíamos caído en la emboscada”, relató Fernando, ahora enterado de algunos detalles que en su momento le parecieron intrascendentes.
Mientras que en la ruta la caravana transitó unida, en el pueblo se separó un poco. “Había mucho movimiento, gente que se cruzaba, autos, camionetas. Cuando llegamos a la otra punta del pueblo, para salir, nos encontramos que también estaba bloqueado. Habíamos caído en una emboscada. De repente, apareció un tipo y rompió el parabrisas con una piedra enorme. Y después rompió el vidrio del lado del acompañante, donde iba yo, filmando”, agregó el joven platense.
En ese momento, la caravana toda era atacada por los hacendados. Llovían piedras y palos sobre los funcionarios y los guaraníes que los acompañaban. Fernando comenzó a correr en dirección al centro del pueblo. Sentía los piedrazos y escuchaba que la gente gritaba que lo agarraran. Corrió tanto que cuando se dio vuelta, descubrió que sólo tenía un perseguidor. Y al tiempo se dio cuenta que el hombre se había dado por vencido. Estaba sólo en medio de una calle de tierra de un pueblo en el que nunca antes había estado. Perseguido.
“De repente vi a una señora con sus hijos en la puerta de su casa y me metí al patio. Me escondí en el rincón más oscuro, bajo un árbol”, recordó Fernando. “La mujer me preguntó qué me pasaba y yo le digo que estaba filmando y me querían linchar. Pero ella me dijo que su marido estaba durmiendo la siesta y se iba a levantar en cualquier momento, que no me podía quedar ahí porque el hombre era bravo. Que le iba a preguntar a la vecina de enfrente. Se hacía de noche y la calle estaba apenas iluminada. Sentí que eso me beneficiaba. Al rato, la señora de la casa de enfrente me vino a buscar”, agregó Fernando.
Y siguió: “A los 15 minutos me viene a buscar la señora de enfrente y cruzo la calle con ella y los nenitos, sus hijitos. Cuando llegamos a su casa me dijo que me quedara en el fondo, a 30 metros de la calle, escondido en un cañaveral, entre los arbustos. Estaba todo mojado y había empezado a llover. Yo estaba empapado”. Desde donde estaba, Fernando podía ver a la gente que buscaba a los de la comitiva. Que lo buscaban a él. Veía alguna corrida y escuchaba gritos. Y también cohetes, porque no hubo armas de fuego en el enfrentamiento.
“Ahí estuve desde las 19.25 hasta las 20.10 con terror a que la señora volviera con gente que me quisiera golpear. Anoche fue la primera vez que dormí bien desde entonces”, dijo Fernando, que confiaba, quería confiar, pero tenía miedo. “Nunca sabías si te iban a proteger o a buscar a los agresores. Esa señora me terminó dando agua y café. Y me dio una velita cuando me escondió dentro de su casa, en una habitación con piso de tierra en la que me quedé encerrado un rato, mirando mi reloj”, añadió.
Como a las 21 apareció en la casa un periodista a cargo de una radio local. “Juan Carlos me dijo que me quería ayudar, que quería sacarme con vida y que me podría ir del pueblo con los periodistas del diario El Deber, que estaba cubriendo los hechos. Se fue y volvió a las 23.30, para llevarme a la radio por las calles más oscuras. Ya no escuché gritos ni ruidos. Estaba todo calmo”, recordó. La tranquilidad que precede a la tormenta.
Fernando estaba vestido con una remera y con una campera que decía grande, en su espalda, Uruguay, tenía un bermudas y botitas All Star negras de tela. Tenía frío.
El cuarto donde funcionaba la radio era un lugar con dos camas y un televisor. Juan Carlos le regaló un vaquero y le dijo que lo esperara. Que volvería a las 2 ó 3 de la madrugada con los periodistas, para que pudiera escapar. Abrigado y más tranquilo, Fernando se quedó dormido mirando la tele. Y nadie fue a buscarlo.
Cuando se despertó volvió a asustarse, pero el hombre lo tranquilizó. "Él iba y venía con los audios de las entrevistas que iba haciendo. Ahí escuché una nota que le hizo a Tanumbú y escuché que estaba bien. El hombre me dijo que le avisó que yo estaba bien", agregó.
A las 13, el noticiero informó sobre lo ocurrido y puso su nombre en una lista de desaparecidos. "Me puse como loco porque estaba en peligro, pero estaba bien y no podía avisarle a mi familia", explicó Fernando.
Perdida la posibilidad de escapar con los periodistas de El Deber, al señor de la radio se le ocurrió que podría entregar a Fernando al ejército boliviano, para que estuviera en guarda junto a su compañera y Ramiro (el abogado guaraní). "Me pareció una buena idea", agregó el joven.
"Tres militares me vinieron a buscar en una camioneta blanca y me llevaron al cuartel. Ahí me encontré con mis compañeros. Y ahí estuvimos hasta el miércoles a las 16", contó. Y señaló que tuvo que disfrazarse de militar para poder salir de Cuovo en una camioneta. El coronel Mendizábal y el sargento Rojas iban adelante. Los tres rescatados, atrás. Y en la cabina tres soldados con las armas al piso, para que no se vean. Así viajó a Camiri. Y hoy puede asegurar: "después de esta experiencia estoy seguro que mi proyecto es en La Plata".

24 de abril de 2008

Estelares


Estelares cierra la gira de su último disco y anticipa el próximo en el Podestá
La banda platense se presenta a las 20.30 para despedir Sistema nervioso central

Después de un año, siete meses y 19 días de haber visto la luz, Estelares despide hoy en La Plata su cuarto y consagratorio disco: Sistema nervioso central (SNC), en un concierto que dará en el Teatro Coliseo Podestá, a las 20.30. "La despedida llega en un momento justo, muy tranquilo, porque ya empezamos a componer las nuevas canciones y a ensayar como no lo hacíamos desde hace tiempo", dice Manuel Moretti, cantante de la banda. El grupo formado por los juninenses Moretti y Víctor Bertamoni, y los platenses Pablo Silvera y Carlos Sánchez dejará atrás el disco que lo sacó de las bateas de bandas de culto para pasar a sonar en todo el país, con un concierto de una hora y media. Tal vez, y sólo tal vez (como recalca Moretti), presenten un tema nuevo: un valsecito llamado "Autobuses".
El grupo ya comenzó a preparar nuevo material, que podrá estar disponible en octubre, si armonizan los tiempos de músicos, productores y discográfica. Marzo es la segunda opción. "Son los tiempos con los que se trabajan hoy los discos. Hace mucho, cuando se grababa en vinilo, la temporada era de un año o de un año y un poquito. Ahora está arriba de año y medio. A veces dos, como nos pasaría a nosotros", explica Moretti. SNC, de todos modos, seguirá sonando. "Le queda un corte y un video más, que será dirigido por nosotros, los músicos. Creo que sonará unos cuatro o cinco meses más", dice el cantante.
Si con Extraño lugar y Amantes suicidas, sus dos primeros discos, Estelares había presentado una obra sentimental, con algunos valsecitos y hasta un tango hecho y derecho: “Camas separadas”; con Ardimos primero y con Sistema nervioso… después, tomaron un matiz más rockero. Lo que se viene, en tanto, parece que madura en una mezcla de estilos perfecta y armónica.
"En lo nuevo hay una lírica que tiene que ver con la evolución como compositor, una cosa más tanguera en algunas melodías y algunas líneas. Y también un par de canciones o ideas que son de vieja data y están empezando a sonar muy bien. Me gusta llevar la secuencia de banda de rock, que es lo que somos, a un sonido argentino", Moretti dixit.
HISTORIA. Moretti cuenta que "con Extraño lugar (1996) nos metimos por primera vez a hacer de todo. Teníamos todo en nuestras manos. Era pirotécnico y hippie, todo a la vez. Y a mi me encanta el sonido que logramos. Amantes suicidas es el que me cuesta un poco más, porque a pesar de que grabamos en Del Cielito, terminó sonando un poco a demo. Es el único que para mí merecía una mejor producción sonora y artística". Con Ardimos (2003), el grupo se encontró con Baleirón y Pop Art. En aquella época, Estelares se presentaba como una banda de "rock rural, rock urbano, postpunk, postango y postodo".
Recién entonces, con Andrés Calamaro invitado a cantar a dúo con Moretti en “Aire”, la banda empezó a sonar un poco más. Aunque la popularidad llegó con SNC.
Al entrar al estudio para darle forma a su cuarto disco, la banda soñaba con grabar un set en vivo, como antes, a lo beatle; pero no pudo ser, por lo que la premisa fue sacar un sonido que se asemejara al vivo y que permitiera disfrutar de la música igualmente verborrágica y apasionada. "El disco suena a tracción a sangre", festeja Moretti.
Y agradece: "Tanto Sistema nervioso como Ardimos le deben mucho a la sensibilidad de Baleirón y a nuestros tantos años de amor a las canciones".
Los cortes de difusión de Sistema... aún suenan en la radio y la televisión. El primero fue "Aire". Y le siguieron "Un día perfecto" y "Ella dijo".
"Antes de Ardimos decidí vivir de la música. Renuncié al trabajo y me mudé a Buenos Aires. Y cuando llegamos a Sistema Nervioso… estábamos contentos, era nuestro segundo disco trabajado. Nos habíamos encontrado con Juanchi (Baleirón) y Pop Art. Y el disco es el resultado de 10 años de ir aprendiendo cosas. Nos encontramos de una manera propicia la banda, los productores y la discográfica. Hoy es impresionante la cantidad de lugares en los que sonamos. Y también la gente que nos conoce. Tenemos las mejores devoluciones", dice Moretti.

FUTURO. Con el próximo disco, el grupo intentará que todo pase en el estudio: "Un poco más como se grababa en los ´70". En cuanto a las letras, tal vez SNC sea el disco con el que Estelares se despidió de La Plata, sus historias de boulevares congelados y catedrales brillantes, con un Moretti instalado en Buenos Aires; ahora en Palermo, antes en Abaso.
–En los primeros discos aparecía la Catedral o el 202. ¿Ahora que se mudó a Buenos Aires, aparecen otros lugares?
–No lo había pensado así, pero en el próximo disco sale la calle Anchorena. Como tengo la naturaleza de estar las 24 horas con la cabeza en Marte, los lugares geográficos son como un cable a tierra. Y si nombro algún lugar es porque me conmueve. Palermo Hollywood no me conmueve, pero sí me pasa con Gallo o Anchorena. Ahí vivía antes, en Gallo y Anchorena.
Estelares sumó al tecladista Eduardo Minervino y al guitarrista David Panizza. "Necesitaba –dice el cantante– a alguien que tocara la acústica o la eléctrica cuando yo no toco. Me libera a nivel musical. Canto de otra manera, aunque aún tengo la guitarra colgada". Ambos músicos estarán presentes para tocar en el Coliseo, al igual que Sebastián Scofet, quien se suma a la banda en cada concierto importante.
Mientras se prepara para entrar a los estudios "perfectamente denominado La Alegría de Vivir", según Moretti, la banda comienza a despedir SNC con un concierto de hora y media, en el inmejorable marco del Coliseo.

Los Estelares dicen...

Lo mejor está por venir
Después de 10 años con Estelares, Sistema nervioso central (SNC) me dio todo lo que, como cualquier adolescente, buscaba cuando empuñé por primera vez un instrumento. Para la banda, lo realmente importante es que nos paró en otro lugar, el del profesionalismo, un lugar que visitábamos esporádicamente, conforme andaba nuestra carrera. Ahora, que estamos trabajando en canciones nuevas, y tenemos a Sistema nervioso... alejándose, veo la puerta de entrada al trabajo en serio y lo disfruto sabiendo lo que estos peldaños producen en la carrera de un artista, digo: salud Sistema..., lo mejor esta por venir.
Pablo Silvera. Bajista

Un disco con todas las letras SNC es la evolución necesaria en la discografía estelar, un eslabón más de la cadena. Tiene canciones hermosas, fue un digno trabajo compositivo, conseguimos buen sonido de banda de rock and roll. Un disco en sociedad con Baleirón como productor, un aliado en la búsqueda de canciones, sonidos e inspiracion. Los invitados también sumaron en la parte afectiva o espiritual. Y luego de editado lo que sucedió fue muy gratificante: el derrame de Estelares en la gran oreja argentina. Eso nos llevó a tocar por todo el país y el extranjero. En definitiva Sistema nervioso central fue, es y será un disco con todas las letras. El mayor de mis respetos.
Víctor Bertamoni. Guitarrista

Fieles a nuestro discurso SNC no sólo significó un hito a nivel musical y profesional en lo que historia de la banda respecta. Cada uno de nosotros creció con este disco y sus instancias, desde la génesis hasta las incontables presentaciones en vivo, las "estrellitas" de la crítica, la compensación económica, la fuerte presencia en los medios. Algo de lo que se aprende. Mas allá del afianzamiento en la ejecución instrumental y en las relaciones propias de la dedicación y las horas show/combi, se nos reveló el aparato gigantesco del "mercado" que poco tiene que ver con la música en sí. Hacer esta distinción nos obliga a no invertir energías en metas ajenas, a ser fieles con nuestro discurso musical. Gracias por eso.
Carlos Sánchez. Baterista

23 de abril de 2008

Amable

Salí de casa con Laura y apenas pisé la vereda miré a ver si venía el colectivo. El rojo y el azul pasan por la puerta de mi casa. Y el 307, a un par de cuadras. El rojo estaba cerca. A unos 50 metros. “Ahí viene. Mejor me voy en ese así no llego tan tarde”, le dije a Laura. Le di un beso y corrí hasta la esquina. Una señora que esperaba en la parada iba a retener a la máquina en caso de que llegara antes que yo. Se ve que corrí bastante rápido, porque llegué antes. La mujer subió al micro y yo recordé que no había
agarrado ninguna moneda. Por las dudas, revisé el bolsillo. Encontré dos monedas de 25 centavos.
Imposible pagar el viaje. El chofer se quedó mirando. “Subí”, me dijo. “No tengo monedas”, me lamenté. “Subí igual”, insistió.
Se ve que me vio salir de casa, saludar a Laura y correr a la parada. Y tuvo la poca de piedad que es necesaria para ser amable en algunas ocasiones.
Una vez arriba, me apoyé en la máquina y busqué en mi morral a ver si encontraba alguna moneda para pagar $ 1,50 –que me parece un robo para las 15 cuadras que hago en el colectivo-, pero no hacía falta. El tipo sabía que no tenía monedas. “Poné lo que tengas”, me dijo. Puse 25 centavos y la máquina me devolvió 15. 1 x $ 0,10 dice mi boleto. Ese que voy a guardar, para que me recuerde que, además de los otros, que abundan, también hay mucha buena gente, que tiene gestos amables.

20 de abril de 2008

Humo


Foto: Esteban Martirena
El 13 de marzo, Marcelo Rodríguez pensaba ir a ver Estudiantes - River al Estadio Ciudad de La Plata. Pero había pasado una mala noche y la mañana estaba complicada. Respiraba con dificultad. Pensaba que tenía una crisis bronquial y se puso aerosol -Salbutral-, pero el malestar no se le pasaba. A media mañana decidió hacerse unas nebulizaciones, pero tampoco salía del cuadro. Terminó internado con respirador artificial. Y así pasó cuatro días. Hoy, sufre el humo y se protege con un barbijo.
Aquel día que Estudiantes y River empataron en cero, se enteró que sufría asma crónico. Y estuvo cerca de sufrir un paro cardíaco. "Tenía 135 pulsaciones. Y me dijeron que el riesgo de infarto era de 140. Me dieron 8 inyecciones, pero no me podía sacar y me mandaron a la Clínica Integral", contó a Diagonales.
Marcelo tuvo asma desde siempre, pero en lugar de ir al médico tomó la medicación que le recetaban a su papá. Jamás fue a ver a un especialista. "La cagada -reconoció- es que ahora es irreversible".
Ya el año pasado había tenido un aviso. Marcelo trabajaba en un depósito al aire libre y el asma lo molestaba: "tenía una bronquitis”.
Cómo la enfermedad lo obligaba a faltar al trabajo, fue a ver al médico clínico de la empresa para la que aún trabajaba (ahora en un depósito cubierto, aunque bastante húmedo). El médico le dijo que podía ser el asma, pero le recomendó un tratamiento por alergia. Ahora sabe que tendría que haber ido al neumonólogo, a un médico especializara en pulmones y respiración.
"Tenés problemas con la enfermedad si no la tratás", explicó Marcelo a Diagonales. Y agregó que el asma crónico no tiene solución. "Voy a estar medicado de por vida, no puedo hacer fuerza, no puedo pasar frío, no puedo aspirar polvillo, pero con el remedio puedo controlarlo", aseguró.
Mientras se recupera, toma una pastilla -Deltisona-, que podrá suspender en unos 20 días más, y aspira dos aerosoles -Salbutral y Seretide-. "Me dijeron que me iba a costar mucho recuperarme", aseguró.
El viernes, Marcelo tuvo que ir a la clínica a hacerse una espirometría para conocer su capacidad pulmonar. La ciudad estaba cubierta de humo. Salió a la calle con barbijo.
Cuando se encontró con su médica le preguntó si era lo correcto. "Me dijo que tenía que aplicarme los remedios, tal cual me los indicó. Si estoy muy ahogado, que corra al hospital y me haga poner oxígeno. Me dijo que use el barbijo", contó. La médica también le dijo que se quedara tranquilo, que el humo no es tóxico.

17 de abril de 2008

Urgente: REPRESION EN MAFISSA

Los trabajadores de Mafissa quieren que el Gobierno sea juez del conflicto laboral

Exigen que la empresa acate la conciliación obligatoria dictada por la cartera de Trabajo

Destacado: Para uno/ Mafissa es una empresa beneficiada por la ley de promoción industrial y goza de exenciones impositivas.


Los trabajadores de la empresa texil Mafissa volvieron a marchar ayer para reclamar al Gobierno de la provincia que exija el cumplimiento de la conciliación obligatoria decretada por el Ministerio de Trabajo bonaerense.
Se concentraron en plaza Italia y marcharon hasta 7 y 50, para exigir una reunión con el gobernador Daniel Scioli o su Ministro de jefatura y gabinete y gobierno, Alberto Pérez. No tuvieron suerte, aunque se fueron con la promesa de ser atendidos durante el transcurso de la semana que viene.
Desde enero, los empleados no cobran sus sueldos y la empresa presiona para reabrir sus puertas con 120 empleados de los 550 que tenía hasta el 26 de septiembre de 2007, cuando comenzó el conflicto.
Con la sola compañía de algunos partidos de izquierda y centros de estudiantes –entre ellos, el partido obrero y el centro de estudiantes de comunicación social-, y con la oposición de la oposición de la Asociación Obrera Textil (AOT), que marchó junto a la empresa, hace unos días, los trabajadores mantienen una lucha desigual. Pero no se dan por vencidos.

LA AUSENCIA. Fuentes del Ministerio de Trabajo confirmaron a Diagonales que la cartera dictó la conciliación obligatoria el 26 de marzo, y fijó para el 3 de abril una audiencia de conciliación que “no pudo realizarse por incomparecencia de la empleadora”.
Las mismas fuentes informaron que la “AOT y Mafissa presentaron en forma conjunta un cronograma de reactivación de la empresa”, en el que existía el compromiso de incorporar “en forma progresiva a los operarios de la planta”.
Antes, la propia AOT había presentado una revocación de mandato de la actual comisión interna de Mafissa, que lidera el conflicto en defensa de los puestos de trabajo.
Se suponía que el acta presentada por el gremio había surgido de una asamblea de trabajadores. Sin embargo, el acto fue impugnado por no contar el evento con la mitad más uno de los empleados de la fábrica, condición que se requiere para la revocación de mandato.
En cuanto a las condiciones para la reapertura de Mafissa, los trabajadores que mantienen la toma de la sede de 44 y 184 en Lisandro Olmos, aseguran que el trato del sindicato es inaceptable porque reconoce a la empresa una crisis que le es negada por los gobiernos provincial y nacional, acepta la suspensión de la mayoría de los empleados y compromete su continuidad. Temen, según reconocieron durante la marcha, que el acuerdo los coloque en una situación de vulnerabilidad a partir de la cual, en caso de ser despedidos, sólo les corresponda cobrar el 50% de indemnización.

HISTORIA. Según el delegado interno Hernán García, para poder echar masivamente a sus empleados, Mafissa debió abrir un concurso preventivo de crisis y presentar los balances que demostraran su delicada situación financiera. La famosa crisis que le permitiría tomar medidas de emergencia, aún en detrimento de los trabajadores.
Según los empleados, el dueño de la empresa, Jorge Emilio Curi, habría dicho entonces que las sociedades modernas no presentaban balances. Como el hombre se negó a mostrar sus números, ni la Provincia ni la Nación le dieron el preventivo de crisis.
Sin embargo, el 27 de noviembre comenzaron a llegar los telegramas de despidos y con ellos se inició el conflicto que aún continúa.
Mafissa dejó de funcionar durante le verano. “La empresa paró primero la producción de proceso continuo, en donde se mezclan los componentes donde se hacen los hilados, y que debe quedar limpia para poder ser reutilizada. La máquina se hubiera roto si su producción se hubiera interrumpido abruptamente, con el material adentro. La empresa la paró”, denunció el delegado Javier Catán. Unos días después, el 28 de enero, la empresa dejó de trabajar. Por eso los empleados dicen que se trata de un lockout patronal.
Catán aseguró: “Todas las suspensiones y despidos son ilegales. Necesitamos que el Estado Provincial medie en el conflicto y quede como juez”.

LA MARCHA. Ayer, mientras que un grupo de 25 trabajadores permaneció en la empresa, para sostener la toma en defensa de los puestos de trabajo, casi medio centenar se llegó a plaza Italia. A ellos se sumaron los estudiantes y los militantes de izquierda. El Partido Obrero incluso panfleteó un pequeño volante: “Defendamos a los luchadores de Mafissa de la patota, la policía y el Gobierno”, decía el título.
Aunque el evento estaba anunciado a las 10, apenas un pequeño se había arrimado a la plaza a esa hora. Alfredo era uno de ellos. En el portaequipaje de su bicicleta roja, había cargado algunos diarios. Para ganarse un mango, se los vende a los manifestantes, sus compañeros. Y no deja de estar presente en la manifestación.

NOTA AL PIE:
Desde las 17. Más de 300 policías rodean a los trabajadores que mantienen tomada la empresa Mafissa. Tiraron gases y balas de goma. Esta nota salió hoy en Diagonales.

13 de abril de 2008

El semillero skater en la Torre I

No se pueden poner de acuerdo sobre cómo es que se hace El imposible. La tabla tiene que dar una vuelta completa, eso es seguro, pero hay quien dice que es un giro de 180 grados con la tabla paralela al suelo y quien contradice con algunas dudas y piruetas improbables. La discusión se da entre un pequeño grupo de chicos que van desde los 9 a los 14 años que aprenden a andar en skate en la Torre I, mientras esperan la llegada de “los grandes”.
Santiago Rezza tiene 9 años y llegó al centro con su papá, que pasea por plaza Moreno con su hermano menor mientras él aprende este deporte que parece tenerlo atrapado, junto a los otros chicos y con su amigo Lucas Chancel, de 11, pioneros de esto del skate en su barrio.
Santiago es el más chico y está movilizado: “Le escribimos una carta al intendente de Berisso para que nos construyan un park en la plaza que hay en manzana 7, a la vuelta de casa”, contó. Y avisan que él y Lucas fueron los primeros, pero cada vez hay más chicos con tablas en Berisso. “Se nos copian todos”.
Enzo Coscarella, de 10; Mauro Naum y Matías Chávez, de 13; Tomás Viñas y Boris Mezza, de 14; todos copan la parada en la esquina hasta las 17, cuando llegan los chicos de 16, 17 y 18 años. Más tarde, empiezan a llegar los más grandes, que apenas pasan los 20 años. Algunos, sin embargo, habrá aprovechado el feriado para ir a Buenos Aires, donde dicen que hay mejores lugares para andar en skate, como el Correo Central.
“Esto es un semillero”, dice Boris, que vive en el barrio Aeropuerto y estudia en el Normal 1, frente a Plaza Moreno. “A la mañana vengo a la escuela. Salgo al mediodía y me voy a mi casa a comer. A las 3, vuelvo a salir para acá y recién regreso a las 9 de la noche”, cuenta. A Boris, andar tantas horas con la tabla no le impide ser un buen estudiante: 8,96 fue el promedio con el que terminó Noveno, según dijo a Diagonales.
A medida que avanza la tarde comienzan a llegar al lugar los chicos más grandes. Iván Hermida, de 16, es de Gonnet y también practica en una estación de servicios abandonada de Belgrano entre 12 y 13. Como casi todos, intenta venir todos los días.
Los chicos sueñan con un park y organizan una asociación civil para impulsar el desarrollo del deporte, que es muy difícil de practicar porque los acusan de dañar los edificios públicos, algo improbable. En La Plata, por ejemplo, les está vedado el mejor lugar: el Teatro Argentino tiene barandas, escaleras y buen piso, pero la policía les saca las tablas si los descubre en esos espacios.

Tabla
Una armada puede costar unos $550. Las hay más caras, pero los chicos usan el boca en boca para la compraventa y se consiguen a $150.
Imprescindible
Se necesita calzado de suela ancha, acolchonado y con puntera de cuero. La suela se gasta por el contacto con la lija de la tabla, que da agarre.
Innecesario
Fuera de las zapatillas y las tablas, no hay nada que los skater necesiten. Pueden usar rodilleras o coderas, pero inocomodan algunos movimientos.
Posibles
Rodilleras y coderas están mal vistas en las calles, pero bien en los parks, porque se toma más altura y los golpes pueden llegar a ser muy fuertes.

Zapatillas
Además de la tabla, que se compra una vez y -si no se rompe, se pierde o es robada- dura varios años, lo más caro a la hora de practicar skate son las zapatillas. Y las hay de varias marcas.
Entra las preferidas, las nacionales son Kriol y cuestan unos 200 pesos.
Entre las importadas, las más económicas son Avio y salen alrededor de 300 pesos. Después están las Cyrca y las Element -lo mejor de lo mejor según los chicos de La Plata-, que cuestan unos 450 ó 500 pesos.
Son fundamentales las suelas, pues se gastan en el contacto con la lija.

Gran hermano



Foto: Alejandro Vivanco

A las 9.30 ya nadie duerme en la casa de 46 entre 10 y 11, frente al Cinema Paradiso. “Centro de Estudiantes de Chacabuco”, dice la placa de la entrada a la casa, que no es la de Gran Hermano, aunque algo se le parece.
Cecilia fue la última en levantarse. Pero a las 10 ya estudia en la habitación del fondo, alguna vez cuarto de huéspedes, que hoy funciona como sala de estudios, de computación e Internet. También están Eliana y sus dos compañeras platenses en la Facultad de Ciencias Exactas: Sabrina y Susana. En el comedor, alguna vez patio interno, Natacha, el Cabe y Matías estudian cada cual lo suyo. Ella ingeniería civil, y ellos ingeniería mecánica y agrónoma. En el piso de arriba, Ariela y el Bacha leen en sus habitaciones, futuros ingenieros civiles. Y en el otro cuarto está Tomás, que estudia electromecánica. David se levantó a las 8 y se fue a trabajar. Es cadete en un correo privado. El resto de los habitantes, cursa.
Chacabuco es un típico pueblo del interior bonaerense que vive del campo. La ciudad es parecida a La Plata, pero más chica. Bastante más chica. Tiene poco menos de 60 mil habitantes y apenas una plaza. Y el centro es de dos cuadras, pero igual tiene similitudes con la capital provincial, dicen. Cierta arquitectura de principios de siglo XIX emparenta a casi todos los centros urbanos de la provincia. Las comisarías son iguales, las iglesias son parecidas, los bancos Provincia y Nación se imaginan clones. Podría decirse que los chicos que llegan a estudiar en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) se sienten como en casa. Además, con sólo salir a la calle ya se encuentran con mucha gente que, como ellos ahora, dejó su tierra natal en busca de una formación universitaria y nunca volvió.
El año pasado la casa fue habitada por unas 30 personas, muchas de ellas con un permiso provisorio. Y fue un caos. Permanentes violaciones al reglamento interno, sanciones y hasta una expulsión. La falta de respeto al horario de televisión (permitida de 12 a 14.30 y de 20 a 22), el volumen de la música, la limpieza en general y los platos sucios en particular, los golpes a las puertas encabezaron el ranking de los conflictos. Aunque también hubo casos de sexo en la habitación de huéspedes, que ahora se usa como sala de estudios. “Era un quilombo. Mucha gente es mucha discusión”, coinciden los estudiantes.
Este año, son 20 los que viven en el centro: 9 chicas y 11 chicos que se dividen en 8 habitaciones. Cuatro dormitorios de tres personas y cuatro de dos. Desde marzo, cuando les aumentaron, pagan 35 pesos mensuales de cuota, mientras que los socios protectores pagan 10 pesos. “Hasta 2006 pagábamos 15 pesos. Un regalo. No llegábamos ni a pagar la luz”, contó a Diagonales Cecilia Domínguez, actual presidenta del Centro.
Los chicos aprovechan, además, todos los beneficios que les da la UNLP. Usan los descuentos para el colectivo y, siempre que puedan, van al comedor, donde pueden almorzar por un peso.
- El problema es que no nos dan los horarios como para ir al comedor todos los días-, explicó Eliana.
- Algunas veces no llegamos a ir a buscar el ticket. Siempre hay que hacer cola y perdés mucho tiempo-, agregó Cecilia.
- ¿Qué comen si no van al comedor?
- Arroz, fideos; arroz, fideos; arroz, fideos y arroz. Y milanesas cuando me manda mi mamá-. Dice Eliana. Y todos ríen.
En el Centro de Chacabuco se es exigente con el cumplimiento del reglamento. “Nosotros le damos la posibilidad de vivir acá a todos. Y sólo se les niega a los que tienen sanciones”, aseguró Cecilia, como representante del centro y máxima autoridad.
Otro de los aspectos importantes es el acuerdo académico que se hace con cada uno de los habitantes de la casa y cuya dificultad aumenta año a año. Ariela, que tiene 19 y está en su segundo año de Ingeniería Química, por ejemplo, apenas tuvo que cursar dos materias y aprobar dos finales en su primer año en la casa. Y aún no firmó su acuerdo 2008, aunque supone que le agregarán una o dos materias.
Según las chicas, la calidad de vida de los centros de estudiantes responde a la cantidad de personas por habitación y las posibilidades de estudiar.

Una historia verdadera

Alcohólica, drogadicta y puta. Eso es lo que la villa decía de Inés, porque se acostaba con todos los vecinos, aunque alguno fuera casado, o fuera el tipo casado que vivía en la casilla de al lado. La vida de Inés era sexo, droga y alcohol, y no se extendía más allá del rancho sin divisiones en la que vivía con sus seis hijos. Ariel, para zafar de las cargadas de los otros chicos y defender a sus hermanas, andaba con una gomera al pecho todo el día, haciendo tiro al blanco a las cabezas de los pibes que les gritaban cosas feas.
Aún con apenas 8 años, Ariel era como el papá de sus hermanas. La mamá lo mandaba con las nenas, un poco más chicas, a pedir monedas a la terminal de micros. Ahí pasaban el día, aunque él ya iba al colegio, que comenzó a dejar poco a poco.
Cuando Ariel comenzó a andar en la calle, en 2004, tenía 8 años y cinco hermanas. Ahora debe tener diez hermanos, porque su mamá no dejó de parir hijos desde entonces. Los chicos no tienen padres, aunque la mujer está en pareja con un hombre con el que convive en la villa El Churrasco.

El tiempo pasa. El pibe, que ahora cuenta 11 años, vive en un vagón en la zona de la estación Tolosa. Dejó el colegio por enésima vez, aspira poxi y fuma marihuana. La bolsita es para paliar el hambre y sentirse bien, aunque el viaje dura poco, es un flash que se va enseguida. El porro es para viajar más, aunque tiene contraindicaciones: da gula y a veces no hay qué comer.
En los tres años que pasaron desde que vivió sus primeras experiencias en la calle, el chico vivió con varias familias sustitutas a las que fue entregado por su mamá. También vivió con un tío, que lo obligaba a cargar el carro cartonero.
Aunque zafara de su mamá, Ariel caía en manos de gente que lo sometía a historias violentas y siempre terminó en la calle, sin posibilidad de elección.

La oportunidad perdida. En algún momento de su historia, el chico volvió al colegio. Como nunca había tenido la oportunidad de terminar de cursar el año, tuvo que empezar en primer grado. Las maestras lo evaluaron y decidieron que pasara a cuarto. Nadie sabía dónde había aprendido a leer o a sumar ese chico que vivía en la calle. Pero sabía.
Ariel creyó tener una oportunidad cuando su mamá recibió una casa del Plan Federal de Viviendas, con tres habitaciones. Pero la mujer vendió el hogar de material y se mudó a la villa El Churrasco, donde es la segunda mujer de un vendedor de drogas.
Tres casillas de madera tiene el Cabezón. En una vive su mamá; en otra, su mujer con sus seis hijos; y en la otra, Inés, que llevó con ella a algunos de sus hijos. Suegra, esposa y amante conviven al parecer en armonía.
Ariel aún va a visitar a su mamá, algunas veces, aunque ya no se queda a dormir en su casa. Prefiere volver al vagón del tren, en Tolosa.

Ariel pide desde los 8 años. Hoy vive en un vagón abandonado en la estación Tolosa

RECUADRO:

"Hacete amigo" para salir de la calle



Si hubiera que enumerar lo que falta, la lista debería comenzar con un lugar para que los chicos puedan comer, bañarse y elegir la posibilidad de quedarse a dormir, aunque luego la descarten.
Si hubiera que enumerar lo que hay, la lista puede comenzar con el trabajo que se realizó desde la dirección de Niñez y Adolescencia de la Municipalidad de La Plata, a través del programa "Hacete amigo".
El programa trabaja con chicos de entre 8 y 18 años que se encuentran en situación de calle, piden monedas, limpian vidrios o cuidan autos, muchos de los cuales no regresan a dormir a sus casas y prefieren quedarse en la calle.
Los coordinadores municipales realizan talleres de construcción de juguetes y recreativos en espacios públicos, con la intención de buscar un acercamiento a los pibes.
La idea completa un programa que comenzó luego de realizar un relevamiento con el que lograron censar a 90 chicos en situación de calle, aunque la cifra podría trepar al doble si se tiene en cuenta que el censo no los alcanzó a todos.
Marcelo Iafolla, coordinador del programa, explicó a Diagonales: “A esa frase de que los chicos son el futuro debemos agregarle que primero hay un presente que pide a gritos una respuesta".
La idea del programa es que los chicos desanden el camino que emprendieron un día de su casa a la calle.
La mayoría de los chicos que vagan por el centro de la ciudad mantiene algún tipo de lazo con su familia. Hay casos en los que se encuentran alguna vez cada tanto en la plaza San Martín.
Alguno recibe a su mamá o a sus hermanas para su cumpleaños, o en alguna otra fecha especial. Otros no tienen dónde ir, porque sus seres más cercanos están presos y son rechazados por otros familiares.

10 de abril de 2008

Pietro: el aerografista de motos


Foto: Alberto Direnzo
personajes / Pedro Petraso
Fue mecánico de aviones, pero prefirió el dibujo y la pintura

A Pedro Petraso la ascendencia italiana le sale por los poros. Se le nota en cierto aire pasional, sanguíneo. Está presente en el tono de su voz y en los gestos ampulosos. Y, tal vez, por qué no, en la alegría de vivir que puede producir el haber encontrado su razón de estar en este mundo: la aerografía. A Pedro Petraso pocos le conocen el nombre y apellido, pero muchos han visto sus dibujos en las banderas que los egresados llevan a Bariloche, el tanque o guardabarros de las motos, algún capó, los instrumentos de varias bandas de rock y alguna que otra pared de bar.
“Como soy hijo de italianos, de chico siempre me decían ‘Pietro, vení para acá’. Y, al final, todos me dicen Pietro”. Su sobrenombre es la antesala de un pequeño local de avenida 44 entre 132 y 133, que en el fondo esconde un enorme taller en el que Pietro comparte su trabajo con Gustavo, encargado de la metalurgia de las motos; Matías, a cargo de la cosmética; y Nora Lisanda, esposa y cajera.
Biker + shop, accesorios, gorras, alforjas, escapes a medida, pins, bijou, cascos, parabrisas, calcos y anteojos. Todo eso ofrece el local, aunque el fuerte parecen ser la aerografía y las banderas.
Pietro es hijo de un zapatero y una ama de casa que va a misa los domingos. Tiene un hermano que trabaja en el Ministerio de Educación y es parecido a Net Flanders, el de los Simpson; y una hermana que trabaja en una AFJP. Nació en La Plata y vivió siempre en el mismo barrio, aunque pasó tres años en Córdoba y dos en Tandil, cuando le dio por cumplir con lo que creyó su máxima vocación: la mecánica de aviones. “Y... sí. Digamos que tengo dos pasiones, los aviones y el dibujo, que tiene ese toque de arte”, describe.
“El curso para reparar los aviones fue de tres años y en Tandil estuve otros dos, trabajando. Fueron los únicos cinco años que estuve lejos, porque nací acá y vivo a dos cuadras del local. Y fui al colegio San Cayetano. Nunca estuve tanto tiempo fuera del barrio”, contó.
Cuando regresó a La Plata empezó a trabajar en un taller mecánico. Un día, se le puso delante un auto aerograbado. “¿Y eso, con qué está hecho?, pregunté. Me dijeron y al otro día me compré un aerógrafo. A la semana estaba pintando y laburando como si me hubiera dedicado a eso durante toda la vida. Tenía 25 años”, cuenta Pietro, que ya anda por los 45.
Al principio, laburaba en el taller y en los ratos libres aerogrababa. Aunque siempre apuntaba a tener un local propio, lo que recién logró hace dos años. Ahora, Pietro disfruta de ser unos de los pocos aerograbadores del país dedicado a tunear motos: “las que más me gustan son las custom, pero no se puede elegir el trabajo”.

Un dato aparte
Los dueños de las motos que llegan a Pietro piden parcas, calaveras, aguilas y llamaradas. Hubo quien pidió al Gauchito Gil y, hace poco, una señora a la que se le aparece la Virgen fue a ver a Pietro para que se la dibuje, lo que hizo a mano alzada, como siempre.

6 de abril de 2008

Cambió de sexo, se casó, se separó y ahora sale de putas con amigos


Si algunas veces la vida es puro vértigo, imagínese tener casi 45 años y vivir en el envase equivocado. Ser hombre y sentir como mujer, ser mujer y sentir como hombre. Y más todavía. Que la medicina y la justicia se pongan de acuerdo para, de una vez por todas, subsanar las diferencias genéricas. Eso es lo que le ocurrió a Silvia Cristina Pérez Naya, nacida en La Plata el 12 de abril de 1960, hoy Sergio Gabriel Pérez Naya, nacido en La Plata el 25 de abril de 2006. Doblemente platense después de la operación de cambio de sexo: “Hace un año que tengo un pene como cualquiera y lo uso como cualquiera. Me ha dado mucha felicidad porque los médicos han sido muy generosos”.
Gabriel vive en Mar del Plata, donde trabaja para la Municipalidad de General Pueyrredón. Y en estos dos años, desde que comenzó a ser el hombre, vivió una vida a puro vértigo, se casó, se separó y ahora la pasa de joda con sus amigos.
“La última operación fue el 5 de febrero, hace casi dos meses, para terminar de arreglar unos problemas estéticos. La operación es muy compleja, en una primera etapa se quitan las mamas, vacían a la mujer de todos los órganos femeninos y crean de un pseudo pene; el envase en el que después se coloca la prótesis peneana, y los testículos de silicona”, describió el nuevo hombre, que en su caso usa una prótesis peneana hidráulica fabricada en EE.UU. “Con la segunda operación uno puede tener relaciones sexuales. No tenés eyaculación, pero sí erección. Y los sentidos. Sentís el mismo placer que siente cualquiera con la única diferencia que no eyaculás. Los orgasmos son los mismos que puede tener cualquier hombre”, aseguró Gabriel.

VARÓN. Quienes se cruzaban con Gabriel cuando era Silvia tenía complicaciones para identificarla como una mujer. “Mucha gente me miraba dos veces porque no sabía si era un hombre o no”, reconoció. Y agregó que los mayores problemas se producían cuando debía realizar un trámite en el que tenía que entregar su DNI y su imagen masculina contrastaba con su nombre oficial.
“Me trataban como hombre, pero después miraban el documento y figuraba que era mujer. O sea, a simple vista les daba que era un hombre, pero era una mujer. Esto fue así toda la vida”, explicó.
“Siempre me vestí como varón”, dijo Gabriel, que tal vez tenga apenas alguna imagen femenina de su paso por la escuela Nº 8, de diagonal 74 y 16. Tanto se sentía hombre que hasta tuvo alguna novia, como la mujer con la que se casó apenas pudo cambiar de sexo y su bulba, por un pito.
“Justo me estaba por operar cuando comenzó nuestra relación. Los dos pensamos ahora que aquella vorágine nos confundió los sentimientos y en ese momento pensamos que lo mejor era casarnos y hasta tuvimos un montón de proyectos que después nos dimos cuenta que no eran lo que queríamos”, reconoce ahora.
Según Gabriel, la separación “fue una cosa conversada, bien hablada, de dos personas adultas. Nos dimos cuenta que nos apresuramos. Salió la operación y el documento y por ahí cometimos un error. Hubo determinadas cosas que no vienen al caso, pero tres meses después de casados nos separamos y hoy empecé a vivir la vida que no viví en 46años”.

PIRATAS. Muchos hombres se ven como los describe la canción de Los Auténticos Decadentes. Llamadas misteriosas / encuentros clandestinos / hoteles alejados / lugares sin testigos / Nos sacamos el anillo carcelero / y vivimos una noche de soltero... dice la canción Los Piratas, y ese parece ser el camino por el que los amigos guiaron a Gabriel, una vez que pudo hacer uso (y abuso) de su pito.
- Lo que ocurre es que en estos dos años viví todo lo que no pude hacer en 46 años.
- ¿En qué sentido?
- En todos; lo que un tipo hace a los 18 ó 20 años yo lo hago ahora.
- Tus amigos no tienen 18 años
- No. Andan entre los 38 y los 48
- ¿Y qué hacen?
- Nos juntamos… vamos a bolichear, jugamos al póker. Vamos a algún que otro cabarute
- Dicen que en Mar del Plata hay muchos...
- Jajaja. Dicen bien
- ¿Tus amigos no serán casados?
- Hay cuatro separados y otro que está en capilla… y hay un par de casados que sólo vienen a comer asados y a jugar al póker.
Silvia Cristina Perez Naya nació en La Plata en 1960 y vivió hasta los 12, junto a su hermana y a su mamá, a quien considera lo más grande del mundo. En La Plata cambió su sexo femenino por uno masculino en 2006 y pudo ser rebautizado como Sergio Gabriel Pérez Naya.
Es Pincha a muerte, sufre como un perro si el partido es peleado y cada vez que llega a la ciudad de la diagonales disfruta la posibilidad de ver a Estudiantes en el Estadio Ciudad. Su sueño, dice, es que la Brujita Verón le regale la camiseta firmada por el plantel. Es tan fanático que hasta colecciona la revista Animals. Y es más, “el día después de la operación, Estudiantes jugaba por la Copa Libertadores contra el Corintians, creo, y les pedí a los médicos que me cambiaran de sala para ver el partido. Tenía que estar 24 horas en terapia, pero a las 12 horas ya estaba alentando al Pincha”, recordó.
Silvia Cristina y Sergio Gabriel. Dos veces platense.

3 de abril de 2008

Feriado para los pobres


El diccionario de uso español dice de feriado: “Que no es laborable por ser fiesta oficial o eclesiástica”. Y sin embargo, los chicos están ahí. En la esquina. En busca de una moneda. “¡Eh! Acá, a los limpiavidrios. Sacanos una foto”, reclaman. “Re piola, está re buena”, dicen cuando advierten que pueden ver la imagen digital. Daniel Cabrera tiene 19 años y estudia en la Media 20. Franco Cabañas tiene 15 y va a la Media 27. Los dos son del Barrio Aeropuerto y todos los días viajan hasta La Plata para parar en el semáforo de 10 y 51. Les importan poco y nada los feriados.
- ¿Por qué vienen?
- Y… otra cosa no hay para hacer.
- Antes de robar, venimos a laburar.
- Pero, van al colegio
- Sí. Vamos.
- Y después, venimos acá.
- ¿Juntan para ustedes o para sus familias?
- Las dos cosas.
- Yo junto para mi y para mi familia.
- ¿A qué hora vienen?
- Estamos desde las 12 hasta las ocho y media de la noche.
- Sí. Desde que salimos de la escuela, hasta la noche.
Los chicos están contentos con las monedas que juntan por día. No faltan nunca porque sacan lo suficiente como para estar contentos limpiando los vidrios, aunque un poco aburridos.
Cuando ya se están por ir otra vez al barrio Aeropuerto, ofrecen sus monedas en la panadería, que aprovecha para hacerse de un poco de cambio.
En esa esquina en la que paran todos los días, nadie los molestó nunca. Sólo la policía, una vez, pero la cosa no pasó a mayores, dicen.

2 de abril de 2008

Malvinas




Soy de la generación que mandó cartas con chocolates a los soldados que peleaban en Malvinas. "Hoy le escribí una carta / a mi querido hermano, / le dije que lo extraño / y que lo quiero mucho. / Mamá me ha contado / que él es un buen soldado / que cuida las fronteras de la Patria", cantaba una niña en aquella canción propaganda de la dictadura. También vi Las 24 horas de las Malvinas Argentinas que condujeron Pinky y Cacho Fontana. Y pinté de amarillo los cordones que guiarían a los vecinos ante un hipotético bombardeo a mi ciudad natal, Necochea. Y participé en cada uno de los simulacros de evacuación de la escuela. Me creí eso de que "Vamos ganando".
–¿Por qué llorás si vamos ganando? –me preguntó mi maestra de 4º B.
–Porque los ingleses también son personas, señorita.
Para mí era verdad aquello de "Seguimos ganando", pero igual lloraba. Yo no quería ganar, no quería jugar a la guerra. Todavía no había cumplido 10 años el 2 de abril de 1982. Y la verdad es que entendía pocas cosas, pero ya tenía a mis héroes en aquellos pibes que habían ido a Malvinas.
Con los años quedaron al descubierto los secuestros, la tortura y la muerte sembrada por los militares durante la dictadura, las protestas obreras que jaqueaban al gobierno de facto a principios de 1982 y la necesidad ficticia de "recuperar" por la fuerza las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.
Con los años quedó al descubierto que aquellos héroes míos habían sido, además, también víctimas de esa dictadura. Y la estatura de los héroes se agigantó en la imagen de Alejando, el pibe que vivía a pocas cuadras de casa y que volvió de Malvinas irreconocible aún para su madre, por lo delgado que había quedado después de una temporada en el frente, antes de la derrota y el olvido.
Y la estatura de los héroes se agranda hoy cada vez que escucho el relato de los soldados de La Plata que la noche del 11 de junio de 1982 pelearon en una inferioridad de 3 a 1 la batalla más sangrienta del conflicto armado que Argentina tuvo con Gran Bretaña, en Monte Longdon, contra un ejército pertrechado con equipos de visión infrarroja.
No les mandé ninguna carta cuando estaban en Malvinas, pero siento que no es tarde, porque aún están luchando hoy, cuando son negadas y silenciadas sus denuncias sobre la cobardía de sus jefes, sus denuncias sobre la tortura a la que muchos de ellos fueron sometidos. Y porque aún les duele Malvinas.
Hoy mis héroes son esos que reivindican la soberanía de Malvinas, pero le dicen no a la guerra y no la dictadura. Son esos ex soldados que quieren una discusión crítica, constructiva y con respeto, para llegar a la verdad y para que aunque sea ahora, comiencen a sanar las heridas.

Almorzando con el Barba... lo que hay

Foto: Nicolás Acuña
el personaje / luis daniel scatolini
El mítico parrillero de 49 entre 2 y 3 le da pelea al desabastecimiento y abre, como sea

El Gallego llegó el viernes desde España para visitar a su familia platense y, como siempre, aprovechar para comer algún asado, algo que pone en duda el paro del campo.
—¡Ehhh! Gallego, llegás en medio del paro, no vas a poder comer asado —le gritan desde El Barba.
—¡¡¡Sí!!! ¡A la noche vengo! —devuelve el hombre, desde la vereda.
—¡Pero si no hay más carne!
—le advierten.
—Me dijeron que no quedan perros en el barrio —bromea el visitante.
No es perro ni gato lo que se cuece en la parrilla. Vaca argentina, peleada por el Barba (Luis Daniel Scatolini, según el DNI) en alguna carnicería de las afueras de La Plata, en algún frigorífico que aún tiene quién le provea, tal vez de manera clandestina. Quién sabe. Lo cierto es que hay asado en la parrilla.
—¿A quién mataron? —pregunta un cliente.
—Y… no te podemos decir —responde el Barba.
—¿Dónde conseguiste la carne? —insiste.
—No te podemos decir. Mirá, está el del diario ahí, que anota todo lo que decimos.
—Pero tuviste que cambiar el corte.
—Sí. Tenemos carne, pero con hueso. Los huesos de mi abuelo parecen.
El Barba, la mítica parrilla platense que nació en la esquina de 1 y 60 en 1989 y que funciona en 49 entre 2 y 3 desde 1990 (antes había otra, de otros dueños), se convirtió en estos días en un bastión que resiste al paro del campo. Resiste porque tiene carne de vaca en la parrilla y tiene los mismos precios que hace 20 días, cuando se desató el conflicto: 14 pesos la porción de asado, vacío o matambre; 3 el chorizo y la morcilla; 8 el ¼ de pollo; 4,50 el sándwich de pollo. Lo cierto es que su proveedor desde hace casi 20 años ya no puede abastecerlo, pero el Barba se las rebusca y, aunque cambió el corte y no puede ofrecer ni matambre, ni vacío, ni asado deshuesado, aún puede trabajar. "Perdí a los clientes que venían a comer un sándwich. A los estudiantes. Acá al lado tengo una pensión en la que viven 40 pibes, pero ahora no les puedo dar de comer porque no tengo carne para hacerles un sándwich. ¿Qué van a comer los estudiantes si no es un sán-dwich?", se pregunta el parrillero.
El Barba está preocupado por el paro, aunque no tanto por lo que ocurre en su negocio, que se mantiene porque es familiar y porque no tiene que pagar el alquiler del local, que es propio, sino por lo que le ocurre a su hija, que tiene dos hijos y no puede comprar leche ni yogur. O lo que pasa con los carniceros, que sólo por la heladera tienen que pagar 1.500 mangos de luz por mes.
"El paro te mata. Te mata porque te obliga a cambiar el ritmo de laburo. Mi proveedor no me trae nada desde hace cinco días, pero yo consigo pollo y un corte de vaca que no había trabajado nunca antes, pero por lo menos tengo", dice el Barba.
Saca cuentas: "Un pollo me sale 30 mangos. El mismo cajón de pollo que hace dos días pagué a 120 mangos hoy lo tengo que pagar 140. Por suerte éste es un negocio familiar, porque todos los que trabajamos somos de la familia, mis cuñados (los mellizos Darío y Jorge), mi hijo (Pablo). Sólo tenemos un empleado".
—¿Tenés morcilla? —pregunta un cliente.
—No. Estamos como Gimnasia, nos quedamos sin sangre.
El Barba no se ríe cuando habla de Gimnasia. Sufre. El local tiene tres cabezas de madera: el mono sordo, el mono ciego (con anteojos) y el mono mudo. Debajo, escribieron los nombres con los que fueron bautizados: "El Guly, por traidor; Leguizamón, por pelotudo; y Maglio, por el penal que le dio a Boca", explica el parrillero. A las tres cabezas fijas se suman otras tres, idénticas, cuyos nombres cambian semana a semana.
Cuando el negocio fue fundado, en 1 y 60, se hizo famoso por la cotidiana presencia de los jugadores del Lobo. Iban todos y de todos se guardan recuerdos fotográficos en las paredes del local. Hay, también en las paredes, una camiseta del Topo Sanguineti y una del Pampa Sosa. Había una del Guly, firmada, pero desapareció cuando el ex Gimnasia pasó, sin anestesia, a formar parte del cuerpo técnico del Cholo, en Estudiantes. "Nosotros, desde acá, hicimos lo nuestro para que tenga fama de yeta", reconoce el parrillero.
—¿Me da un sánguche de vacío? —pregunta un pibe.
—No tenemos vacío —le explican—; te podemos hacer un sánguche de pollo o un choripán.
—¡Ah! Un chori está bien.
En El Barba, la cuenta se hace en un papelito sin renglones con el nombre del cliente. En su barra se juntan los estudiantes, el tachero, el cirujano, el periodista y el gordo Víctor, que tiene una juguetería en calle 12. “Es un bodegón”, se enorgullece el parrillero.

1 de abril de 2008

Dulces en la esquina


Foto: Eva Cabrera

Se queja porque la van a fotografiar después de todo un día de trabajo, expuesta al hollín, con las manos tiznadas por la goma de las ruedas de su silla, que va y viene pegada al cordón de la rambla de la avenida 7 y 32, frente a la estación de servicios Shell, justo antes de cruzar uno de los principales accesos al casco urbano. Se queja, pero se mata de risa, porque María Elena tiene un humor a toda prueba. Además, convence a la reportera gráfica de Diagonales para que vuelva en otro momento, a la mañana, cuando recién empieza la jornada de trabajo. Y así se hace.
María Elena Martínez nació en Azul en 1959 con una parálisis infantil, que en ese momento era una epidemia. Llegó a La Plata pocos meses después, a bordo de una ambulancia, casi muerta, según el relato que de su vida le hicieron cuando fue una niña que crecía en una pensión de boulevard 83 entre 37 y 38, en otro límite del casco urbano.
En aquel pensionado, que recibía a los estudiantes que ingresaban a la UNLP y a los vecinos que necesitaban hacer trámites en la capital provincial, creció la mujer que hoy vende golosinas a quienes llegan a la ciudad desde Gonnet, City Bell, Villa Elisa o de más lejos.
Fue en esa casa que la ligaba a su pueblo natal que se hizo hincha fanática… pero fanática, de Estudiantes. “Mi mamá era de Boca. Sabía todo sobre el equipo y los jugadores, en todas las épocas. Y mi hermano, que es 10 años mayor que yo, se hizo hincha de Gimnasia; pero a mi me vieron cara de inteligente y los de la pensión me hicieron hincha del Pincha”, recuerda Maria Elena.
Es de cuando tenía 10 años que guarda sus primeros recuerdos sobre la pasión roja y blanca, la alegría infantil de los festejos por aquel Estudiantes campeón de don Osvaldo Zubeldía.
Nunca volvió a Azul. “Por suerte, porque me hice platense, como tantos estudiantes, como tantos que vienen a trabajar y deciden quedarse en la ciudad”, describe. Y agrega: “mi mamá trabajó en nueve casas de familia a la vez. Trabajó en la casa de Goñi, que era un famoso cuidador de caballos de carrera. Y además era voluntaria en Aprilp”, (la Asociación pro Rehabilitación Infantil La Plata), de Plaza Italia 66.
María Elena fue la primera egresada de la escuela primaria que funcionó allí. Y luego hizo el secundario en el colegio de 1 y 46, cuando aún caminaba, con ayuda de un bastón.
“Dejé de caminar en 1996 por una caída estúpida. Pero me caí y le tomé miedo. Además, desde entonces engordé mucho, por la inactividad”, asegura, seria. Y reflexiona, seria: “Por la inactividad y porque como mucho, más vale”, se mata de risa.
Maria Elena dice que ahora le daría fiaca agarrar el bastón. Y que andar en silla de ruedas no la limita, pese a que las ciudades hacen todo lo posible para que así sea.

EL TRABAJO. Antes de ofrecer las golosinas en 7 y 32, María Elena trabajó en el Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA) sometida a las restricciones de un edificio público inválido. Necesitaba que dos de sus compañeras la llevaran al baño sentada en una silla, porque su silla de ruedas no pasaba por la puerta. “Eso lo podés hacer un mes o dos, pero no toda la vida. Por suerte me dieron la jubilación por incapacidad. Pero, hasta que se dieron cuenta, tuve que tomar una carpeta médica y salir a la calle para ganarme la vida”, recuerda Maria Elena.
Comenzó vendiendo imanes casa por casa, hasta que un día se paró en el semáforo y se dio cuenta que la gente le preguntaba qué vendía. “Empecé a vender por necesidad, pero ahora lo hago porque me gusta”, dice María Elena, la mujer que le endulza el camino a los que llegan a la ciudad por 7 y 32.