"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

29 de septiembre de 2010

Por una cabeza II

Mientras que en las tribunas los apostadores vivían ayer una jornada más, con la misma agitación de siempre, emocionados cuando los caballos estaban a metros de cruzar el disco, en las oficinas del hipódromo de La Plata todo era nerviosismo. “Estoy trabajando en la investigación sumaria”, dijo a Diagonales el administrador general del Hipódromo de La Plata, Luis Capellini, agotado, durante un alto en la reunión que lo tenía encerrado en su oficina, con abogados y contadores, mientras crecían, se multiplicaban y mutaban como un novedoso virus los rumores sobre una monumental defraudación a Loterías y Casinos de la Provincia de Buenos Aires.
La causa judicial, en tanto, pasará hoy de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº 1, a cargo de Ana Medina, a la UFI Nº 8, de Investigaciones Complejas, con la carátula de “defraudación al fisco”, sin imputados, pero con declaraciones testimoniales que podrían ayudar a develar un fraude.
¿Qué es lo que pasaba en el hipódromo? Lo único concreto es que hubo un faltante de dinero. Se hablaba ayer de 1.200.000 pesos, aunque los resultados oficiales del arqueo que los peritos de la policía realizaban con los contadores de la Lotería bonaerense no fueron dados a conocer de manera oficial. Se sospecha, además, que el faltante fue denunciado como un hurto para esconder una maniobra ilícita que quedó al descubierto durante una inspección de rutina que, sin embargo, fue sorpresiva para las autoridades debido a que se adelantó un día. Hasta ahora, siempre se habían hecho los días 28 y este mes se hizo el lunes 27, lo que dejó al descubierto el faltante.
Las sospechas indican que, por alguna razón que aún no está acreditada en la causa, alguien del hipódromo retiraba dinero que se guardaba en la tesorería y lo usaba para alguna cosa. El día 28, cuando la Contaduría General de la Provincia se presentaba a realizar el arqueo, el dinero estaba en su lugar.
Según versiones periodísticas, el tesorero Diego Miranda se habría autoincriminado durante su declaración testimonial ante la policía, pero, en tal caso, su testimonio carecería de validez porque no fue realizado con el patrocinio de un abogado ni ante la autoridad judicial competente.
En tanto, diez millones de versiones y rumores corrieron más rápido que el mismísimo Russell Baze, el jockey canadiense más ganador en la historia del turf, en diferentes ámbitos relacionados con ese deporte.
Mientras que el lunes dijo a los medios que el faltante había sido descubierto “a simple vista por el personal de tesorería cuando abrió el tesoro”, Capellini habló ayer con la agencia Télam a la que indicó: “Mensualmente, un organismo como la Contaduría General de la Provincia realiza el arqueo de la tesorería y acá nunca se había detectado un faltante de dinero”.
Con la nueva explicación de la máxima autoridad del hipódromo, que el lunes no mencionó ni una sola vez el arqueo realizado por la Contaduría General de la Provincia, las sospechas, alimentadas en base a fuentes policiales, se centraron en la posibilidad de una maniobra que se realizaría desde hace mucho tiempo.
Según las fuentes judiciales, está claro que no hubo robo ni hurto, sino que se trató de una defraudación.
Lo que no se sabe es quiénes eran los responsables ni cuál era la maniobra para la que se retiraba el dinero, que figuraba en los papeles pero andaba dando vueltas, en manos misteriosas.

Antes, los números daban
El administrador general del hipódromo, Luis Capellini, afirmó ayer que “los números daban bien” en las cuentas de la institución: “Lo que es obvio es que se intentó encubrir en la figura de un hurto o un robo un faltante de dinero que debía haberse venido sustrayendo de alguna manera a través de un período de tiempo, es decir que en verdad cuando se habla de defraudación al fisco, yo también soy parte de la entidad defraudada”.
A diferencia del lunes, Capellini no estaba ayer tan seguro de que lo robado sea menor a los 200 mil pesos y reconoció que “en la caja fuerte estaba el dinero de la recaudación del hipódromo del domingo, lo recaudado en las máquinas ‘venta pago’, el dinero de lo que el hipódromo recauda como agencia del hipódromo de Palermo y de San Isidro, que había jugado el viernes y sábado, y parte de la recaudación de la carrera del jueves”.
Según todas las fuentes, faltaban los fajos con los billetes de 100 y 50 pesos y habían quedado los de 20 y 10 pesos.

En una versión
Entre las versiones, se mencionó ayer que los sindicatos de empleados mensuales y por reunión, que conducen Omar Alegre y el concejal Enrique Capparelli, retiraban la plata de la recaudación para brindar préstamos. “Es posible que alguien con mala intención esté haciendo correr esa infamia, pero estoy tranquilo porque es totalmente falso e infundado”, dijo Alegre.

28 de septiembre de 2010

Por una cabeza

No forzaron la puerta, ni ninguna de las ventanas, tampoco el tesoro. No fueron vistos por los efectivos de la policía que hacen guardia en el predio, ni por los empleados de la agencia de seguridad. Tal vez las cámaras de vigilancia hayan registrado sus movimientos, pero las imágenes fueron borradas. Tanto es el dinero que faltó de las arcas del Hipódromo de La Plata, que se veía a simple vista, aunque las autoridades se esforzaban ayer en dar por tierra con las versiones periodísticas, que llegaron a mencionar que el robo fantasma supuestamente concretado a la madrugada en la tesorería de 44 y 115 podría superar el millón de pesos. El delito cometido, hasta ahora, es el de hurto, que tiene una pena que va de un mes a los dos años de prisión y es excarcelable; aunque no se descarta que se haya tratado de una estafa o una defraudación.
El faltante de dinero fue registrado ayer a primera hora de la mañana, cuando el personal de la tesorería del Hipódromo realizó la apertura del tesoro.
Apenas abrieron la caja, los empleados advirtieron que faltaba una parte importante del efectivo que habían guardado la noche anterior, que sumaba lo recaudado durante las carreras del domingo, contado y clasificado pocas horas después de que hubiera cerrado la reunión, con el remanente que se guarda para pagar los premios. En total, faltarían 1.050.000 pesos.
Luis Capelini, administrador general del hipódromo, trató de poner paños fríos al asunto. Aunque reconoció que el faltante se notaba "a simple vista", dijo que se trataba de "una suma indeterminada" y aseguró que "la recaudación total del hipódromo no superaba los 200 mil pesos". No dijo, en cambio, que el dinero recaudado por las apuestas se guarda con el remanente, lo que fue confirmado por otras fuentes.
El encargado de atender a la prensa confirmó que, hasta la apertura del tesoro, no hubo un solo indicio que advirtiera a los trabajadores sobre el faltante del dinero. "No estamos capacitados para saber a simple vista si una cerradura fue forzada", los excusó.
Capelini confirmó también que el predio cuenta con vigilancia policial y privada. Y aseguró, acto seguido, que "la justicia secuestró las filmaciones registradas por las cámaras de seguridad instaladas en los accesos, que funcionan las 24 horas". Fuentes judiciales indicaron después a Diagonales que las imágenes habían sido borradas.

¿Habrá carreras? Aunque las computadoras de la tesorería y la administración fueron secuestradas por la justicia, las actividades serán casi normales hoy en el hipódromo platense, con carreras de 14 a 21, en las que se va a poder apostar como de costumbre.
El único problema será para los apostadores que habiendo acertado alguna carrera en las últimas dos semanas aún no hayan acreditado su premio –así como la caballeriza, el jockey y el entrenador–, ya que no podrán cobrar como lo hacen habitualmente... Y es que el dinero destinado a los premios ya no está en manos del hipódromo platense.

RECUADRO
La investigación por el "faltante de dinero" denunciado por el Hipódromo de La Plata, que actualmente es administrado por el Instituto Provincial de Loterías y Casinos de la provincia de Buenos Aires, quedó en manos de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº1 de La Plata, a cargo de la fiscal Ana Medina.
La causa fue caratulada "hurto", debido a que no se detectó el uso de violencia en las puertas de acceso al tesoro ni en la caja fuerte en la que se encontraba el dinero, lo que hubiese constituido el delito de "robo".
La diferencia entre "hurto" y "robo" sin agravantes -como el uso de armas o cometido en banda, por ejemplo-, es que el primer delito tiene previstas penas de un mes a dos años de prisión y el segundo de un mes a seis años.
La justicia, de todas maneras, no descarta que la causa por el "faltante" derive más adelante en una defraudación o estafa, delito que consistente en provocar un perjuicio patrimonial a alguien mediante un engaño.

DESTACADO
Se llevaron los fajos con los billetes de 100 y 50 pesos y dejaron en el lugar los de 20 y 10 pesos.

Para tener en cuenta
Hechos. En la noche del domingo, después de una jornada con carreras, un empleado cerró con llave la Tesorería, y ayer el responsable del área denunció el dinero faltante.
¿$ 1.050.000? Los peritos de la policía realizaban, junto a los de Lotería bonaerense, un arqueo "minucioso" para poder saber con exactitud la cantidad de dinero sustraída.
Borrados. No hubo ningún tipo de violencia en el lugar y las imágenes que podrían haber tomado las cámaras de seguridad fueron borradas misteriosamente.

Textual
“Hay alguna información que habla de una suma millonaria, pero diría que seguramente no es eso lo que faltó del tesoro”.
Luis Capellini / Administrador General del Hipódromo

21 de septiembre de 2010

Una mirada personal y un clic sobre el mundo en el que vivimos



Necesitan expresarse, crear, transmitir, comunicar, mostrar cómo ven al mundo. Y de todas las disciplinas artísticas, ellos eligieron la fotografía. Por eso encuadran a través del visor con sus cámaras hasta acertar en un pequeño fragmento con largo por ancho y hacen clic. Se trata de siete jóvenes que hacen fotografía en La Plata, embarcados en un proyecto para editar una revista en la que generar un espacio de debate y poder publicar sus trabajos junto al de muchos otros emergentes que no tienen lugares físicos para mostrarse.
Embarcados en el sueño de la revista propia, Lisandro Pérez Aznar (26), Chelo Méndez (27), Nicolás Bonel (29) conversaron con Diagonales sobre un proyecto que empiezan a dar a conocer en medio de los festejos por el Día del fotógrafo -que se celebra hoy en gran parte de América Latina-, y que comparten con Diana González (22), Fernanda Marconi (23), Leandro Aliano (32) y Sebastián Ferreyra (31).
Con el mono de lo que será el primer número de Lumo, palabra que significa luz en el idioma esperanto, los fotógrafos aceptaron bajar al subsuelo del Pasaje Rodrigo, en 50 entre 4 y 5, a conversar sobre su proyecto, que en el primer número tendrá una nota sobre Larry Clark (en la sección fotógrafos consagrados), una entrevista a Xavier Kriskauski (referente platense) y una selección de fotos que Lisandro (hijo de Ataulfo Pérez Aznar y Helen Zout) en una sección que bautizaron como fotógrafos emergentes.
"Teníamos inquietudes y como todos nos preguntábamos cuándo, qué y cómo mostrar", aseguró Nicolás. Después de un taller de fotografía documental, el grupo se encontró con la necesidad de empezar a hablar de la fotografía e investigar más. Pensaban que podían hacerlo entre ellos, "hacia adentro", o tratar de compartir sus hallazgos a partir de su propia experiencia. "La fotografía es un oficio de formación constante, en el que nunca se deja de aprender y a pesar de que podemos decir que somos principiantes, nos pareció interesante poder iniciar un camino de investigación y análisis de manera abierta. Así se nos ocurrió la revista", describió Lisandro.
Después de muchos sábados trasnochados, el grupo decidió hacer una revista de 18 páginas, con papel ilustración blanco y negro, que aspirará a pasar a color y luego tratará de aumentar sus páginas. De manera paralela al papel, Lumo se editará en la web, para que los lectores y otros fotógrafos emergentes puedan participar de un foro de debate y discusión que logre alimentarlos a todos.
El grupo se terminó de decidir después de ver una muestra colectiva que se hizo en junio y que reunió a 210 fotógrafos platenses. No quedaron felices con todo lo que vieron, pero se impresionaron con la cantidad de participantes en el evento, que organizó el Museo Gráfico y Fotográfico (MUGAFO) del Centro Cultural Islas Malvinas.
"Hoy en día la fotografía está muy centrada en el fotoclub y no hay una mirada particular. Está la foto linda, dulce, tierna, del gatito dentro del zapato, pero no está Chelo mostrándome algo", describió Nicolás.
La descripción mereció un debate. "La foto digital no deja que el trabajo madure", coincidieron. Chelo agrego: "La fotografía analógica te obliga a pararte de manera diferente frente a lo que vas a fotografiar". Nicolás asintió y explicó que mientras que con la digital se pueden sacar cientos de fotos, con la analógica "sólo tenés 36 disparos. Después tenés que cambiar el rollo". Según Lisandro, "hay gente que nos ve cómo nostálgicos, pero lo cierto es que te hace valorar más el trabajo y permite que te tomes el tiempo para terminar de construir una historia".

Foto: fragmento-Diana González

De novela
Aventuras fotográficas
por Adolfo Bioy Casares
Estaba ansioso por fotografiar.
Caminaron hasta la estación, que fotografió de lejos y de cerca, en conjunto y por partes. Julia se mostró como una señorita diligente, de notable paciencia.
Le sirvió de auxiliar y al rato empezó a sugerirle fotografías, siempre con fundamento y mucho tino. Cuando concluyó con la estación, Almanza fotografió el Roca, un cinematógrafo que había por ahí y, yendo hacia el lago y el bosque, fotografió el edificio de la Facultad de Ciencias Exactas, que le gustó mucho, y el monumento al Almirante Brown, "de altura imponente", según le comentó a Julia. Más adelante vieron el lago, con patos y cisnes, y gente que remaba en botes. Una insinuante voz italiana preguntó:
–¿Quieren una bella fotografía? Hay que guardar el recuerdo de un momento feliz.
El que habló era uno de esos viejos fotógrafos de plaza, con su guardapolvo y su gran cámara de trípode, provista de trapo negro. Julia dijo:
–Por mí no se ponga en gasto.
Almanza contestó con un frase dirigida al fotógrafo:
–Pierda cuidado, Julia. A un colega el señor le hace precio.
–Maldito oficio –contestó el fotógrafo (dijo maledetto)–. En estos días todo el mundo es colega, pero uno tiene que vivir. Próximo al lago, próximo al lago: será una bella fotografía...

Fragmento de la novela “La aventura de un fotógrafo en La Plata”

20 de septiembre de 2010

Reciclan palés de madera y construyen casas para quienes más lo necesitan

Un palé (único término reconocido por la Real Academia Española), palet o paleta, es un armazón de madera, plástico u otros materiales empleado en el movimiento de carga ya que facilita el levantamiento y manejo con pequeñas grúas hidráulicas, llamadas carretillas elevadoras.



Entre las ruinas de la casa de la memoria del barrio El Retiro, demolida con fuego de mortero y dinamitada en 1975, un grupo de vecinos recicla palés de madera para construir sus propias casillas. Pero no dejan de soñar con casas de ladrillo.
Mientras que en algunos asentamientos precarios de la ciudad de Buenos Aires hay personas que los usan forrados con nylon, en La Plata, la idea de desarmar los palés de madera y volver a unirlos para hacer paneles que después son usados como paredes surgió entre los Vecinos Autoconvocados de Familias sin Techo, una Organización No Gubernamental (ONG) platense que trabaja en el gran La Plata.
Como no tienen sede sino sólo necesidad de hacer, los vecinos hablaron con la familia Jáuregui, propietaria de lo que queda de la casa de 47 e 159 y 160, demolida con fuego de mortero y dinamitada por la Policía, la Triple A y el Ejército, en octubre de 1975, durante un enfrentamiento de 36 horas con Juan Martín Jáuregui, un militante del Frente Revolucionario 17 de Octubre que estaba parapetado en la cocina.
Durante la nota con Diagonales, entre las ruinas de la casa, Diego Rubaja andaba de aquí para allá con las carpetas bajo el brazo y números de expedientes en la cabeza. En la zona, la ONG que preside requiere varias cosas. “Nacimos en 2007 por la necesidad de las familias que no tenían donde vivir. Hoy seremos unos 15 en la comisión y tenemos unos 50 voluntarios. Empezamos a recibir los reclamos de los vecinos que no tenían donde vivir. Nos contaban que iban a la municipalidad a pedir ayuda y sólo los anotaban en un listado. A veces estaban tres meses sin tener respuestas, viviendo en cualquier lado. Entonces, se nos ocurrió reciclar los palés, que nos donaban algunas empresas”, describió.
Actualmente, en el patio de lo que alguna vez fue la casa de Jáuregui, tres familias construyen sus casillas de madera. Elías (48) y Rosa (49) trabajan juntos y le dan una mano a Aleja (55) que hace lo suyo unos pasos más allá; mientras que Horacio (25) y Yamila (16) avanzan en la casilla que les permitirá independizarse. Sobre la pared que da al patio, además, descansan los paneles que ya armó una familia del barrio Aeropuerto a la que se le incendió la casilla. “Hubo un cortocircuito por la precariedad de la instalación eléctrica y perdieron todo. Cuando fueron a pedir ayuda a la Municipalidad les dijeron que los anotaban en una lista de espera. Vinieron acá y en menos de un mes se construyeron tres paneles. Vienen a armarla durante los fines de semana”, cuenta Rubaja.
Cada caso es un mundo, cada casa es un mundo. Tito y Rosa construyen para sus hijos, lo mismo que Aleja, que vive en una casilla de dos por dos con sus dos varones de 22 y 24 años. Horacio y Yamila viven con un tío de él y proyectan mudarse.
“Los paneles no son una solución definitiva, pero ayudan, porque el déficit habitacional es muy grande en todo el gran La Plata”, explicó Rubaja. Y agregó: “Sin los recursos para hacer otra cosa, se nos ocurrió pedir que nos donen los palés de madera para los que más necesitan tengan el material y un lugar donde construir sus propias casas. Con muchas ganas y con voluntad, hacemos lo que hacemos”.
Con herramientas para salir del paso ante la tragedia, con intercambio de ayuda para armar las casilla, los integrantes de la ONG creen que pueden evitar que la gente se convierta en rehén de un puntero político o de un funcionario. Para Rubaja es claro: “Si no existiera la necesidad, no existiríamos nosotros”.
Tito Motta, quien también integra la ONG, explicó cómo deben construirse las casillas. “Hay dos maneras –dijo–. Si clavás las tablas del lado de afuera de los tirantes, tenés que ponerle ruberoid (una tela empapada en asfalto que evita el paso del frío) del lado de adentro. Después le agregás un tejido que se compra en la ferretería, la revocás y te queda de madera por fuera y de material por dentro. Si hacés al revés y clavás las tablas del lado de adentro de los tirantes, seguís el procedimiento anterior y te queda de material por fuera y de madera por dentro. Es precario, pero no queda mal”.

SIN TECHO. SIN TIERRA. Como Horacio y Yamila, hay otros que pueden construir sus casilla pero que no tienen el lugar para hacerlo. Las tierras son, por eso, un tema por el que se preocupa la ONG Vecinos Autoconvocados de Familias sin Techo.
“En 2007 logramos firmar un acta de acuerdo con la nación, la Municipalidad, los delegados de Lisandro Olmos, y los vecinos, a través del cual el ministerio de Asuntos Agrarios de la nación cedía a la municipalidad 14 manzanas para la construcción de 460 viviendas, pero nunca se hizo nada. Hoy parece que estamos lejos del Plan Federal de Viviendas, pero ni siquiera se abrieron las calles, ni se pensó en la posibilidad de hacer un loteo social. El acuerdo por las tierras se vence el 25 de noviembre, por lo que volverían a manos de Asuntos Agrarios. Pero queremos pelear para que haya una prórroga del plazo y se puedan ocupar las tierras”, describió Diego Rubaja.
Hace diez meses que Horacio y Yamila viven en una casilla en 157 entre 46 y 47, con un tío de Horacio, que es soltero. Se quieren ir a vivir solos y por eso se construyen su propia casa, pero no tienen dónde ponerla. Es probable que tengan que instalarla en el mismo terreno en el que están ahora.
Él no tiene trabajo fijo, pero hace changas. “Comemos todos los días ¿Verdad que sí?”, le preguntó a su novia, para que lo confirme.
Elías y Rosa viven en una casilla que instalaron en un terreno prestado, sobre un arroyo que no saben cómo se llama, en lo que sería la continuidad de la calle 46, entre 157 y 155. Para llegar a su casa tienen que cruzar un puente construido sobre dos troncos. Con ellos, viven sus dos hijas, de 14 y 16 años. Tienen un gallo, una gallina ponedora, dos perros y varios gatos que deben tener alejadas de las ratas. Él, tampoco tiene trabajo. También hace changas: albañilería, carpintería o jardinería.

JUNTOS. En el mismo terreno vive Aleja, en una casilla en la que entran, a duras penas, una cama de dos plazas donde duermen sus dos hijos –que al momento de la nota trabajaban en la construcción de un edificio, en La Plata– y una cama de una plaza en la que duerme ella. Ahí cocina y lava la ropa Aleja, que pudo comprarse un lavarropas semiautomático gracias a su trabajo. Pero la señora que cuidaba murió hace dos meses y ella se quedó en la calle. “Como me estaba yendo bien compré mi chapa e hice venir a mis hijos varones, porque también tengo una hija mujer que se quedó con mi esposo, en Perú”, contó. Y recordó: “Allá, estábamos peor”, como si fuera posible.
Elías y Rosa comparten el baño con Aleja, una casilla de un metro por un metro que aprovecha la altura del terreno para desagotar en el curso de agua.
La zona es de casas de material, de clase media y clase media baja. Gente trabajadora vive por ahí, a 15 minutos del casco urbano. En la esquina está abandonado el edificio donde funcionó el Instituto de Menores Almafuerte. Y en el descampado que está entre la 46 y la 52, y entre la 155 y la 158 hay varias montañas de chatarra que no son más que un foco de infección, como si los autos amontonados uno arriba del otro fueran una demostración de que no hay ninguna posibilidad de que los vecinos más pobres puedan ocupar esas tierras fiscales. Ninguna posibilidad de salir adelante.


La casa de 47 entre 159 y 160 fue demolida con fuego de mortero y dinamitada por la Policía, la Triple A y el Ejército en octubre de 1975, durante un enfrentamiento con Juan Martín Jáuregui, un militante del Movimiento Revolucionario 17 de Octubre –después Frente Revolucionario– que estaba parapetado en la cocina.
El operativo comenzó el 17 de octubre y terminó el 19, después de un combate que terminó con el militante muerto y su padre detenido. Juan Martín era obrero de Vialidad, militante barrial, gremial y Dirigente Político que militaba en su barrio.
Cuando las fuerzas conjuntas se parapetaron frente a la casa, su padre, Martiniano, quien vivía en la casa de al lado, salió a decir que su hijo no estaba. Entonces, fue tomado prisionero y atado a un árbol durante todo el tiempo que duró el enfrentamiento. Juan Martín, resistió durante 36 horas, frente a 100 efectivos de la policía, el ejército y las tres A (Alianza Argentina Antiimperialista).
Finalmente, el 19 de octubre, los represores decidieron utilizar fuego de mortero y dinamitar la casa. El cuerpo de Juan Martín fue encontrado entre los escombros de lo que había sido la cocina, debajo de una mesa, empuñando firme una escopeta.
Martiniano, quien en ese momento tenía 72 años, fue detenido y estuvo detenido desaparecido en el pozo de Arana, en La Plata, durante tres meses. Luego, lo trasladaron a la Unidad 9, donde falleció en 1980.
Aunque hubo algún intento de recuperación, la casa de Juan permanece intacta desde 1975, igual que cuando fue bombardeada por las fuerzas conjuntas. Su familia quería convertirla en museo de la memoria, pero el desinterés oficial de los distintos gobiernos frustró el proyecto. La casa tiene un cartel que la identifica como casa de la memoria, pero nada se ha hecho para protegerla.

"Terminemos con este sistema mezquino y construyamos una nueva sociedad sin privilegios y sin marginados".
Juan Martín Jáuregui
Militante revolucionario

18 de septiembre de 2010

A cuatro años de la desaparición de Jorge Julio López


Dicho de una persona, un desaparecido se halla en paradero desconocido, sin que se sepa si vive. Con esa incógnita sobre su destino, y con una ilusión, la familia de Jorge Julio López espera noticias desde hace cuatro años. “Es imposible que esté vivo, pero la esperanza no la vamos a perder nunca”, contó Rubén, hijo menor del albañil dos veces desaparecido, cuyo paradero se desconoce desde el 18 de septiembre de 2006, cuando tenía 77 años, luego de haber dado un testimonio clave para que Miguel Osvaldo Etchecolatz, ex director de Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires, encargado de 21 centros clandestinos de detención durante la última dictadura, fuera condenado a reclusión perpetua por “delitos de lesa humanidad cometidos en el marco de un genocidio”.

–¿Qué significa para la familia López este nuevo aniversario?
–Vivimos una gran angustia. Impotencia porque no podemos empezar el duelo. Eso es para nosotros la imagen de la persona desaparecida. No sabemos dónde llevarle una flor, dónde ir a verlo. No tenemos un lugar, un espacio donde rendirle un homenaje. Aunque, a nuestra manera, lo intentamos con la creación de una fundación en la que enseñaremos idiomas, arte y oficios, para que se mantenga su nombre y lo que nos dejó como ejemplo. Mi viejo era un tipo de laburo, de oficio y de palabra. Cuando se comprometió a ir al juicio, lo hizo, a pesar de que tal vez supiera que le podía costar la vida.
–¿Ya no creen que esté vivo?

–Hoy, después de cuatro años, tengo que decir que es imposible que esté vivo. ¡Ojalá eh! La esperanza no la vamos a perder nunca, pero es una persona mayor, de 80 años… su fortaleza no es la misma que hace 36 años atrás (cuando lo secuestraron durante la dictadura), que se bancó todo lo que se bancó. Entonces tenía 44 años. No es lo mismo que a los 80, por más bien que estuviera atendido, cosa que en ese caso no creo que sea así… Salvo que se haya ido de motus propio… o con alguien que lo conocía… es difícil.
–Parece lejana esa posibilidad de que se haya ido porque quería...
–Es la única esperanza que te queda para decir está bien, para decir que está con vida. Lo único… Al final decís: bueno, si se fue solo, tal vez… pero después pasó el tiempo y no dio ninguna señal… y vas perdiendo la esperanza. Ahora, es una ilusión más que una esperanza.
–Acaso se trate de una ilusión que la familia quiso sostener, sobre todo en los primeros meses...
–Nos habíamos aferrado a eso, pero, lógicamente, con el correr del tiempo se te va cayendo. Ya ni argumentos para creértelo tenés.
–¿Cuál es su hipótesis sobre lo que pasó?
–Si tengo que pensar algo, cada día estoy más convencido de que mi viejo salió porque quiso hasta el portillo, hasta la vereda de casa. Hasta ahí salió por propia voluntad. Ahora: si alguien lo indujo, si alguien lo obligó, si alguien lo amenazó y él no quiso preocupar a la familia, yo no lo sé. No tengo otra opción que imaginarme… tal vez salió para proteger a la familia, para que no nos hicieran daño. Es una de las cosas que nos imaginamos.
–¿Las llaves aparecieron por ahí?
–Las llaves aparecieron por ahí. Pero es el dilema de siempre, las encontramos 15 días después, o 20 o más. Ya pierdo la cuenta. Como el primer día no se hizo un rastrillaje, no se puede determinar si las tiraron después. Lo único que podemos asegurar es que su salida no estuvo forzada, quiero decir que no rompieron la puerta, no hicieron ruido… lo que no significa que no lo hayan obligado a salir.
–Él sabía con quién trataba.
–Lógicamente. Esto es como el truco, conocía las cartas con las que jugaba: se la bancó y siguió adelante. Si alguien lo amenazó antes, se la siguió bancando y seguramente a costa de lo que pasó. Tal vez pensando que cosas como esta (el secuestro, la desaparición) no iban a volver a suceder. A partir de lo que le pasó a mi viejo todo el mundo se empezó a dar cuenta que estas personas seguían dando vueltas.
–¿Eso no era difícil de prever?
–Por eso la familia hizo una denuncia para saber quién debería haber protegido a mi papá y cuidado de que esto no le pasara. Cuando dejamos al abogado oficial y fuimos a ver al doctor (Alfredo) Gascón Cotti (h) nos mostró que ya existía una ley que protege testigos. ¡Estaba!, nadie la pidió. Entonces, pedimos que se investigue quién debería haber prevenido esto. Eventualmente, le hubiera correspondido a la justicia. Y alguna vez el juez Carlos Rozanski dijo que si le hubieran pedido la protección, la hubieran dado… pero ¿a él no se le ocurrió? Si yo acuso a una persona entre más de 20 de cometer las atrocidades que cometieron ¿las otras 19 no están en libertad? No se le ocurrió a nadie decir: “bueno, qué les parece muchachos, Policía, Gobierno, Estado… a ver si protegemos a estos testigos”. Ahora funciona, tuvo que pasar lo de mi viejo, pero ¿nadie tiene la capacidad de pensar, de prever? A mí el doctor Gascón me mostró la ley... Pero suele pasar muchas veces que a los testigos se los use y una vez que se los usó, que declararon, les digan “buenas tarde, mucho gusto”, como pasó en este caso, porque si mi viejo iba al juicio solo, volvía solo. Nadie se preocupó. Hay gente que se sintió ofendida y la verdad es que no me molesta que se ofenda porque yo tengo razón. La verdad es que si se hubieran molestado en cuidarlo, seguramente, posiblemente, esto no hubiese sucedido… o tal vez sí…
–¿Cree que para su padre fue bueno declarar?
–Se sacó 30 años de encima. Fue un alivio. Él dijo en varias oportunidades que éste iba a ser el primer y último juicio al que iba a ir. Pero tenía que decir lo que sabía. Sobre todo con Pato (Patricia Dell'Orto). Quería contar lo que le pasó a ella, al marido (Ambrosio De Marco) y a los cinco compañeros que había conocido en la Unidad Básica. Llevaba ese peso dentro, por eso siguió adelante. Esa convicción no se la sacó nadie: se bancó lo que se bancó. Esperó lo que tuvo que esperar y el resultado está a la vista hoy. Tenía un vínculo tan fuerte con Pato que ni siquiera pudo conocer a su hija, Marina. Y no era que le haya faltado valor, era algo más fuerte que él.
–¿Siguieron el juicio a los penitenciarios de la Unidad 9?
–Muy poco.
–Gustavo Calotti, uno de los sobrevivientes de la Noche de los Lápices, fue compañero de celda de su padre en la U9 y durante el juicio recordó que él siempre estaba preocupado por su familia.
–Es que mi papá no fue un tipo de militancia política. Lo suyo era más bien social. Esto lo digo por lo que me puedo acordar de aquella época. No lo digo porque alguien me lo contó. Yo estaba. Éramos chicos, tenía 11 años, cuando íbamos a jugar al fútbol los fines de semana. Hacíamos carreras de embolsados y en el Día del Niño siempre había un chocolate o un juguete. Eso no es una militancia política. Ojo que tampoco justifico lo que le pasó a los militantes. No justifico nada lo que pasó.
–Pero su papá era peronista (y en 1985 se afilió al Partido Socialista).
–Es que siguió siendo peronista toda la vida, pero peronista de (Juan Domingo) Perón, no de todos los que se dicen que son peronista. Perón fue el que le dio al trabajador, y entre ellos a mi viejo, la mejor época que hasta ahora tuvieron los trabajadores. Puede ser que haya lamentado, me imagino… creo que se metió en algo que era para ayudar a la familia del barrio, a la familia grande, y terminó por pasarle lo que le pasó. Es como que el día de mañana nos pase algo por hacer la fundación. No sé si el comparativo está bien, pero sería la idea.
–A cuatro años de la desaparición ¿qué expectativas tienen?
–Las mismas que tenía el 18 de septiembre de 2006. Esperamos que alguien que sepa algo nos lo diga, que se lo cuente a la justicia para que podamos al menos tener algún indicio sobre lo que pudo haber pasado. A esta altura no tenemos más expectativa que esa. Después de cuatro años, lo único que queremos es saber qué pudo haber pasado. Qué sé yo… si está, ¿dónde está? Si está bien o no, encontrarlo, por lo menos para rendirle un homenaje, más allá de la misa que haremos el sábado y de lo que la sociedad tenga que hacer.
–El sábado hay varias actividades.
–Por lo menos en La Plata hay una marcha a las 18. La gente se va a concentrar en Plaza Moreno, por eso nosotros vamos a hacer una misa en la catedral a las 20, para que aquellas personas que quieran ir a la marcha y después venir a la misa puedan hacerlo, que tengan tiempo. En algún momento nos plantearon de hacerla más temprano, pero nos pareció correcto hacer la misa en un horario que no se interponga con la marcha.
–¿Por qué no convocan a las marchas?
–Es que no marchamos antes por otras cosas… no vamos a marchar ahora. Nosotros no convocamos, pero siempre agradecemos a la gente que se moviliza. Una vez la llevé a mi señora, que se conmovió… pero creo que por ahora vamos a seguir manteniendo esta postura. Preferimos no ir.
–Algunas veces se encontrará con gente que lo reconoce por la calle. ¿Qué le dicen?
–He tenido buenas experiencias y la verdad es que le huyo cuando alguien dice que me conoce. El jueves fui a una FM a dar una entrevista y cuando salí una vecina me preguntó por qué me estaban haciendo una nota. Le digo que “soy Rubén López el hijo de Jorge Julio” y me entró a pegar de patadas ninjas. “Por qué tenemos que pagarle nosotros la plata del secuestro a su padre”, me decía. Bueno, dejémoslo ahí porque hubo un pequeño altercado.
–¿Qué le respondió?
–Qué estaba equivocada, que a mi viejo lo secuestraron dos veces en este país. Pagar una recompensa para saber qué le pasó es lo mínimo que pueden hacer.
–Además, una de esas veces, el que lo secuestró fue el Gobierno.
–Una vez fue el Gobierno, esta vez no se sabe, pero la primera vez fue el Gobierno. Por eso, la palabra desaparecido en democracia hay que manejarla con mucho criterio.