"La gente cree estar plenamente informada sin haberse aproximado siquiera a una sola idea que contradiga sus prejuicios", Bill Keller.

30 de noviembre de 2010

Juzgan a un apropiador y al entregador de un bebé robado durante la dictadura


María Natalia nació el 8 de agosto de 1977 en una maternidad clandestina de La Plata y el mismo día fue dada a una pareja que la anotó como propia. En 1985 la justicia comenzó a investigar si era hija de desaparecidos, cosa que recién se pudo comprobar en junio de 2006. Ayer, declaró en el juicio que se le sigue a su apropiador, Omar Alonso, un comerciante platense y cantante aficionado de tangos. “Yo lo quiero a él. Fue mi papá durante 30 años”, afirmó.
El juicio oral y público que se desarrolla en el Tribunal Federal en lo Criminal Nº 1 de La Plata comenzó al mediodía con una disputa sobre la legalidad del acto, que los jueces resolverán en la sentencia, y continuó con las indagatorias a los dos imputados, porque además de Alonso, es juzgado en el mismo acto el capitán de navío de infantería de Marina Juan Carlos Herzberg, quien hizo uso de su derecho constitucional a no declarar.
Alonso, en cambio, abrió el juego: reconoció que inscribió de manera ilegal a la niña, pero responsabilizó de la apropiación a su esposa, María Luján Di Mattía, de quien se encuentra separado de hecho. Luego, señaló a Herzberg como el entregador y entró en una larga diatriba llena de contradicciones y medias justificaciones. El equipo jurídico de Abuelas de Plaza de Mayo, que había denunciado la apropiación en agosto de 1985, destacó que el imputado “no pudo terminar de explicar por qué impidió durante tanto tiempo que Natalia conociera su origen”.
Al repasar la historia de su vida, María Natalia Suárez Nelson contradijo en casi todo a su apropiador, al que aún ayer llamó “mi papá” o “mi viejo”, y reveló una trama que la tiene como víctima desde que nació.
María Natalia fue bautizada Alonso y su padrino fueron Herzberg y su esposa, Sara. Aunque en 1985, cuando apenas tenía 8 años, se inició una causa judicial que podría haberle permitido acceder a la verdad, en 1986 sus padres la llevaron a Paraguay, donde fue amiga de los niños apropiados por los represores Norberto Bianco y Samuel Miara. Cuando aún no había cumplido los 18 y la justicia argentina había acorralado a sus apropiadores, que estaban detenidos, se casó para evitar que la obligaran a volver a la Argentina, donde podría encontrar su verdadera identidad, la que recién le fue revelada el 1º de junio de 2006.
Según afirmó a la justicia, el 25 de diciembre de 1993 supo que quienes la había criado como si fuera su hija biológica no eran sus padres. Alonso había viajado a la Argentina y tenía que volver para pasar Navidad en Paraguay, donde vivían. “De pronto mi mamá recibe un llamado y empieza a llorar. Yo pensaba que le había pasado algo a mi papá, pero mi mamá me contó que no eran mis padres y me dijo que aparentemente podría ser hija de desaparecidos. Yo la abracé y le dije que igual era mi mamá”, describió.
Desde entonces y hasta que, 13 años después, supo que era hija de María Elena Isabel Corvalán y Mario César Suárez Nelson, militantes de montoneros secuestrados, torturados y asesinados por la dictadura, miles de historias le fueron contadas. “Mi mamá me fue diciendo lo que sabía. Me dijo que tenía temor de que me sacaran de su lado”, explicó.
La mujer coincidió con su apropiador en que fue entregada por Herzberg y que Alonso no estaba en la casa cuando se produjo el hecho. Ambos contaron que Di Mattía se había sometido a 14 años de tratamientos para quedar embarazada pero no podía. Y que un día de julio de 1977 el Capitán de Navío de Infantería de Marina llamó a la mujer para ofrecerle una niña que nacería en pocos días. Y es en este punto donde aparecen las primeras contradicciones. Suárez Nelson creyó que era hija de “una chica del interior que estaba sola y podía tener complicaciones en el parto”. Y agregó: “mi mamá le mandó a decir que se quedara tranquila, que ella me iba a cuidar”.
Después de asegurar que él le había dicho a Herzberg que no quería que le entregara ninguna niña y de afirmar que su mujer le pidió de rodillas, con llantos y rezos, que por favor aceptara, Alonso dio dos versiones diferentes sobre el origen de la beba. Tras dejar en claro que fue su mujer la que hizo las tratativas con el marino, afirmó que el hombre le contó que la niña era fruto de un embarazo no deseado de un compañero Naval. Unos minutos más tarde, dijo que Herzberg le ofreció ir a ver a una joven embarazada muribunda que estaba internada en el hospital Español. Después dijo que la niña era de un superior del marino y cuando fue consultado por el Tribunal sobre la embarazada que iba a morir en el hospital Español, afirmó que se trataba de la misma persona.
Suárez Nelson dijo que una tarde de 1998 una novia que tuvo Alonso le dijo que era fruto de una relación extramatrimonial del hombre que la criaba como su padre. Y que su madre biológica había muerto de cáncer. Ella, feliz de resolver su enigma, corrió a despertar a Alonso, que dormía una siesta, y le preguntó cómo era su madre: “me dijo que era más bonita que yo”, describió. Y explicó: “estuve dos años creyendo eso, hasta que mi mamá me dijo que para ella yo era hija de desaparecidos”.
Otro de los puntos en los que discreparon fue en la relación con los apropiadores Bianco y Miara, a quienes Alonso conoció en Paraguay por intermedio de Norberto Imbelloni, el ex diputado de la Nación que estuvo prófugo de la justicia entre 1985 y 1990. Mientras que el hombre dijo que “apenas los conocía” y contó que Bianco “no tenía ni para comer y le llevé un par de bolsas de papa. Una o dos”, Suárez Nelson dijo que ella “era amiga de los mellizos Miara” y que su apropiador “sí tenía relación con los padres de los Bianco”. Agregó: “ahora creo que hacían causa común”, mientras permanecían en Paraguay, donde viajaron cuando comenzaron a tener problemas judiciales en Argentina, aunque según Alonso, que llegó a tener una importante cadena de artículos del hogar en La Plata, se trató de una mudanza por razones de negocios.
La joven discrepó también con su apropiador sobre la relación que el hombre tenía con Di Mattía. Mientras que él afirmó que llevaba “una vida normal” con su esposa y que Julia Alí sólo era su cuñada, casada con el hermano de su mujer y por lo tanto tía de María Natalia, para la joven “Alí era la esposa del hermano de mi mamá, pero se divorciaron porque ella salía con mi papá”. Alonso dijo que nunca habían vivido juntos y Suárez Nelson aseguró que llegaron a compartir una casa en Paraguay: “yo dormía en una habitación, en la otra estaba ella y en la tercera estaban mi papá y mi mamá. Creo que mi mamá sabía y se quedaba callada”. También discreparon sobre los malos tratos a los que era sometida la mujer.
Alonso se presentó como “un convidado de piedra” que mil veces le preguntó a Herzberg si María Natalia era hija de desaparecidos, pero el marino se lo negaba sistemáticamente y él: creía.


Herzberg


Natalia pidió que su imagen en el juicio no sea difundida

15 de noviembre de 2010

¡Vamos los gauchos!


Bajo los árboles, John Whitelocke, chaqueta roja, las manos en los bolsillos y gafas para sol, conversaba amigablemente con quien un instante antes fue su enemigo en el campo de batalla: Santiago de Liniers. Claro, Whitelocke y Liniers no son sino dos actores que, más de 200 años después, participaron en una recreación histórica –aunque no rigurosa– de lo que fueron las invasiones inglesas a lo que en aquel entonces era una colonia española y más tarde sería la República Argentina.
¡Bom! –sonaban los cañonazos– y los desprevenidos saltaban del susto. En el año del Bicentenario, una multitud se acercó al Fuerte Barragán para presenciar uno de los eventos más destacados de la agenda, organizado por la municipalidad de Ensenada y el Arzobispado de La Plata, cuyos colegios aportaron muchos de los actores que participaron de la recreación, con el auspicio de YPF.
Los chicos hicieron lo posible por estar en primera fila y muchos se pasaron del otro lado de la valla para ver en primerísima primera fila las batallas. Carteras, camisas, pañuelos y hasta una sábana de una cama de una plaza sirvieron a la gente para taparse la cabeza y protegerse del sol mientras esperaba la acción.
¡Bom! –sonaban los cañonazos.
–¡Eh! ¿Cómo vas a tirar sin avisar? –bromeaba alguien.
–Ya me duelen los oídos –advertía una nena.
–Haberlo sabido y me traía protector solar -se quejaba un señor.
La recreación histórica de los desembarcos de las tropas inglesas en sus dos invasiones tuvo, de alguna manera, al fuerte como protagonista. En la primera, el 25 de junio de 1806, las descargas de los cañones que apuntaban a la costa hicieron que el general William Carr Beresford prefiriera desembarcar poco más al norte, en Quilmes, mientras que en la segunda, el 28 de junio de 1807, las fuerzas apostadas en el fuerte dejaron que los invasores, a cargo del general John Whitelocke, desembarcaran ahí, para hacerle más larga y dificultosa la llegada a Buenos Aires, donde lo esperaría la resistencia.
Más allá de que no hubo acciones bélicas como las que se muestran, la recreación fue, otra vez, muy estricta en todos los detalles: los uniformes de época fueron copiados a la perfección, al igual que la forma en que se daban las órdenes y las costumbres militares de aquellos años, por no mencionar las replicas de las armas.
Fuegos de artificio, disparos de cañones y escopetas, efectos especiales y carretas de principios del siglo XIX le dieron color a la fiesta, que comenzó con chacareras, gatos y escondidos, para continuar con el himno Nacional Argentino, tocado por la banda del Regimiento Patricios. Hubo, después, un minuto de silencio por la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, y un discurso del intendente Mario Secco, quien hizo del evento también un acto de reivindicación por las islas Malvinas, invadidas por los ingleses en 1833.
Después de la primera invasión, cuando los soldados ingleses arriaron la bandera de España e izan la británica se escucharon algunos silbidos.
–Mamá ¿porqué ponen la bandera inglesa?- preguntó uno de los nenes que había pasado del otro lado de la valla.
–Estás distraído y no escuchas lo que habla el hombre. Prestá atención –respondió la mujer.
–Santiago de Liniers –dijo el locutor encargado de relatar las instancias de la contienda– logró la rendición de las tropas inglesas, que serán expulsadas definitivamente de nuestras tierras.
–¿Si? –preguntó un hombre– fijate lo que decís, porque después vinieron y se quedaron con las Malvinas.
En el terreno, patriotas e invasores se debatían en combates cuerpo a cuerpo por allá, mientras que las caballerías se enfrentaban poco más acá y los cañones no dejaban de disparar. ¡Bom!, se escuchaba, con el fondo musical de las bandas militares y de gaitas.
–¿Y ahora que pasa? –consultó un nene a su mamá.
–Ahora vamos a echar a los ingleses –dijo la señora.
–¡Vamos los gauchos! –grito el crío.




Fotos: Esteban Martirena

14 de noviembre de 2010

Pomar: la lupa en los policías del rastrillaje


El sábado 14 de noviembre de 2009 una familia que viajaba por una ruta bonaerense rumbo a Pergamino desapareció sin dejar rastros y fue más fácil creer que fueron asesinados por Jason o abducidos por ET que víctimas de un accidente. Las hipótesis fueron de la violencia familiar a la fuga por deudas incobrables, sin dejar de lado la persecución mafiosa, la locura y el complot policial. La desgraciada historia comenzó cuando Fernando Pomar (40) y Gabriela Viagrán (35) cargaron los bolsos en su auto y partieron con sus hijas, Pilar (3) y Candelaria (6), de José Mármol a Pergamino. Franco (13) -hijo del primer matrimonio de la mujer-, había quedado en la casa de unos amigos para hacer un trabajo práctico que debía entregar el lunes siguiente.
Un alto funcionario policial (el subsecretario de Investigaciones bonaerense, Paul Starc) y un ministro (el de Seguridad, Carlos Stornelli) perdieron meses más tarde su cargo. Difícil no vincular esas salidas con aquel caso. Hoy hay seis policías investigados por la justicia: dos de ellos están sospechados de haber archivado un llamado al 911 y los otros de inventar la realización de operativos en la zona en donde tiempo después fue hallada la familia, sobre la ruta 31, en la curva de Plazibat, ubicada entre el acceso a la localidad de Gahan y la ciudad de Salto.
Mientras que en la causa principal la fiscal Karina Pollice averigua si los Pomar sufrieron un accidente o fueron asesinados, los fiscales Guillermo Villalba y Mario Daniel Gómez, investigan el accionar de la policía local en una causa que interviene el juez de Garantías Fernando Ayestarán.
El abogado Gustavo Arabia, que estudió en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y es dueño, además, del diario digital Bragado Virtual, defiende la actuación de los policías acusados. Aunque sólo representa al Comisario Daniel Arruvito, entonces jefe de la Patrulla Rural, y al Comisario Walter Barrera, de la DDI, imputados por negligencia en sus funciones, su alegato incluye a los otros policías.
-La sensación es que la policía trabajó con desidia, que hizo mal lo más elemental, que eran los rastrillajes.
-Su conclusión es falsa. Lo elemental lo cumplieron. Hubo varios rastrillajes aéreos y tipo lancheo, aunque el ministerio de Seguridad no dispuso de los recursos necesarios y los Pomar tuvieron que ser encontrados por dos jefes policiales en un día feriado. No sé en qué se basa, pero hubo un rastrillaje a conciencia. Hay que ver la causa. Si no se puede concluir cualquier cosa. Hay desinformación.
-Me baso en los 24 días transcurrido desde que se realizó la denuncia hasta que encontraron a la familia accidentada.
-No tardaron 24 días. La denuncia fue el 15 de noviembre y las medidas de la fiscal se decretaron el 17.
-Fueron encontrados el 8 de diciembre, son 21 días: es prácticamente lo mismo.
-Las primeras búsquedas con rastrillajes se hicieron en ruta 7. Después fueron en otras rutas. En Salto se busco en casas, terrenos, rutas y ríos. Hay cantidad de actas en diferentes días. Nadie vio nada anormal ni sintió el olor de los cuerpos, que se descomponían. Ni siquiera los vecinos de la curva de Plazibat, donde fueron hallados después. Además, la Policía no tenía suficiente cantidad de personal y también tenía que cuidar la seguridad de los vecinos de Salto, no podían dedicarse exclusivamente a buscar a los Pomar.
-Pero en la ruta 31 no buscaron como en la ruta 7.
-El Ministerio levanto el rastrillaje que se iba a hacer sobre la ruta 31 porque trabajaba en otras hipótesis. Faltó rastrillar con perros, caballos y personal especializado. En esa zona sólo se hicieron búsquedas, porque esa fue la orden. Por eso, decimos que, en todo caso, si hubo un error fue de la fiscal. No de la Policía, que actúa como auxiliar de la Justicia. La primera orden fue la de interceptación vehicular de autos y camiones, después se ordenaron las búsquedas aéreas y terrestres, pero para el 16 de noviembre dos amigas de Viagrán se habían comunicado con la Policía para decir que Pomar la maltrataba y que tenía un arma. Hasta allanaron la casa de José Mármol y un campo de la familia. ¿Acaso alguien acusó por falso testimonio a esas mujeres?
-¿Quién suspendió el rastrillaje sobre la ruta 31?
-No se sabe, porque era todo muy informal.
-¿Y por qué sí se rastrilló la ruta 7?
-Ahí hubo una orden de servicio que la dio (el jefe de la bonaerense Juan Carlos) Paggi, después de que se descubriera que los Pomar habían pasado por el peaje de Villa Espil. Además, cuando se analizó qué antena de celular había recibido la señal de los teléfonos de los Pomar, se llegó a Chivilcoy. Hay que ver el mapa para advertir que el recorrido que hicieron no se puede entender, tendrían que haber ido por Arrecifes, por la ruta 8, o por la ruta 32, pero fueron por la 31, que era el camino más largo. En todas esas rutas se hicieron búsquedas. Sólo se rastrilló por tierra en la ruta 7.
-Se investiga si hay actas falsas.
-La única acta falsa es la que hizo a la fiscalía el día que hallaron los cuerpos. Es tan falsa como el choque con un móvil del que se habló en algún momento. El único error que se les puede imputar a los policías es no haber pedido testigos en todas las búsquedas que hicieron.
-Un testigo, Casimiro Frutos, denunció haber visto el auto de los Pomar desde un micro sobre la ruta 31. Dice que llamó al 911.
-Sí. Evidentemente algo vio. Dice que lo vio el 16 de noviembre en "un montecito", pero no llamó en ese momento, sino 11 días después, el 27. Además, la policía de Salto nunca tuvo este dato.
-El problema con ese llamado es que se descartó. Por eso está imputado uno de sus defendidos.
-Se descartó como se descartaban otros 40 llamados por día con otras hipótesis, porque la zona en donde decía que había visto el auto ya había sido verificada. Entonces, se cumplieron con todos los pasos administrativos que correspondían. Se descartó con un criterio, con el diario del lunes, con los hechos consumados, es fácil hablar. Acá hay un problema con las fechas, porque no llamó el mismo 16, sino el 27. Además, el llamado al 911 no es tan preciso y, por ejemplo, Frutos no recordaba si lo había visto antes o después de Salto. El 30 de noviembre volvió a viajar y dice que otra vez vio el auto. Iba a ir a la comisaría pero pensó que era un auto abandonado. Recién volvió a llamar el 8 de diciembre, después del hallazgo, para decir que él había llamado. A la tarde salió por canal 13.
-¿Entonces, su posición es que sólo el olor permitió descubrirlos y que era imposible ver el auto oculto en la maleza?
-El olor no lo sintió nadie, ni los vecinos que pasan por ahí a cada rato. Lo único que vale son las pruebas. Periodistas y funcionarios políticos mienten con descaro. Yo hablo de la causa, que es lo único que vale. Las declaraciones de funcionarios fuera del expediente no tienen valor alguno. En Youtube hay un vídeo de Mónica Gutiérrez donde comprueban que no se veía de la ruta por la maleza. Esa es la verdad.
-¿Quién encontró los cuerpos?
- Los policías que ahora están imputados fueron los que encontraron a los Pomar, durante un feriado. Cumplieron con su deber mientras Stornelli paseaba. A 300 metros hay una casa y la gente que vive ahí no escuchó nada, no vio nada, no sintió nada. A 3.200 metros despegan los aviones que fumigan los campos de la zona y tampoco vieron nada.
-¿Por qué se imputó a los policías?
-La opinión pública fue muy fuerte. Hubo un tribunal mediático y el juez y el fiscal se acomodaron a eso. Son perejiles, el derecho penal es para perejiles.
-¿Qué cree que pasó?
-La ruta no estaba en buen estado y, aunque ahí no había pozos, el asfalto estaba hundió por el paso de los camiones, y se junta agua. Además, frente a la curva había un reflector que apuntaba para la ruta y hay testigos que dicen que podía confundir a los automovilistas. El auto dio de trompa contra la alcantarilla y dio un vuelco. No usaban cinturón de seguridad.

La nota surgió de una conversación con @gustavoarabia en twitter y fue ampliada en una entrevista realizada el martes en La Plata. La primera línea, además, es un comentario que dejaron en este blog.



La familia rechaza la versión del accidente
María Cristina Robert, madre de Gabriela Viagrán, quien junto a su esposo Fernando Pomar y las dos hijas de ambos fueron hallados muertos a la vera de la 31, rechazó ayer la versión oficial de que fue un "accidente de tránsito", y dijo que la demora en encontrarlos se debió a "corrupción policial".
"Lo que nos pasó supera todo lo que me pudo pasar en la vida. El dolor que tengo hoy con lo de mi hija es tremendo. Hoy tomo un coctel de pastillas para poder hablar", dijo la mujer.
Según Robert, los 24 días que demoró la policía en encontrar a la familia muerta a la vera de la ruta "tuvo que ver con corrupción policial. Se dedicaron al chusmerío barato", fustigó. "No me cierra nada, porque no fue un accidente común. Alguien los encerró, alguien los encandiló", se quejó la mujer y agregó "ellos conocían perfectamente la ruta".

9 de noviembre de 2010

Un nazi en la escuela


El padre policía de un alumno y un misterioso amigo nazi que entró al colegio con amenazas de tiempos pretéritos, superados y remotos, merecieron ayer el repudio de la comunidad educativa en un acto de reparación para los integrantes del Centro de Estudiantes. Fue en el patio cubierto de la escuela Media Nº 33, ex Normal 2, de La Plata, con varios oradores que recordaron a los desaparecidos y destacaron la adhesión de la institución en la defensa de los Derechos Humanos. Faltó autocrítica y hubo una pequeña escaramuza cuando un par de padres de alumnos de otro colegio levantaron una pancarta.
El acto había sido llamado para las 9.30 y Soledad Rovella, vicepresidenta del Centro, se había ganado un lugar como “la chica de la puerta”, feliz de poder recibir y guiar a los medios de prensa que llegaban hasta el edificio de diagonal 78 entre 4 y 5 pese al mal humor que generaba en un joven preceptor que prefería cumplir órdenes del director. “Yo ya organicé todo”, decía la estudiante, vestida de negro de los pies a la cabeza, con un pin de la esvástica nazi prohibida en el bolsillo de la mochila, que cargaba sobre la espalda. “¡Soy portera!”, afirmó, con una sonrisa de oreja a oreja que hizo temblar de orgullo a la auténtica portera de la escuela.
En el pabellón cubierto con un tinglado el sonido del recreo era igual al de cualquier recreo, en cualquier tiempo y lugar. Las paredes del patio del Normal 2, en cambio, mostraban ayer el lado más particular del colegio. Además de las banderas y enormes pancartas colocadas por los alumnos para la ocasión, había en las paredes cartulinas con varias frases de Envar el Kadri, Cacho, fundador de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), y un homenaje a Néstor Kirchner escrito a título personal por el presidente del Centro de Estudiantes, Gustavo Docters, quien iba de aquí para allá con una remera intervenida: “la lucha continúa a pesar de la Noche de los Lápices”, decía.
Mientras los demás conversaban, los integrantes del Centro prepararon el sonido para el acto, que pudo realizarse con una hora de retraso, con los estudiantes a pleno y la presencia de los alumnos del jardín de infantes, sala naranja, que el año que viene irán a primer grado, pero aún visten pintores celestes y rosas.

LOS DISCURSOS. Cuando Isabel Donato, directora de una de las unidades académicas, empezó a hablar, el patio parecía un pandemónium. Algunos empezaron a chistar cuando la docente inició la lista de las autoridades presentes, pero pronto llegó a los "distintos centros de estudiantes de la ciudad" y hubo un gran aplauso. Entonces, discurso, barullo y aplausos se pusieron en armonía.
Donato explicó que el acto se realizaba para “expresar nuestra adhesión a la defensa de los Derechos Humanos” y afirmó: “recordar nuestro pasado nos determina cómo somos en el presente. Nos determina para mirar al futuro, tratando de crear un país mejor”.
La profesora de historia Susana Jaló, fue recibida con una ovación. “Los alumnos dan la identidad a esta institución en la que se permite pensar distinto, se tolera, se escucha y se alienta a la participación de los estudiantes”, dijo. Y después de asegurar que “ningún pibe nace chorro”, afirmó que “apoyar la pena de muerte es parte de una soberbia que debe ser desterrada de este país”, lo que fue recibido con un gran aplauso por los estudiantes. “Vale la pena enseñar en libertad”, terminó.
Ex alumno del colegio, ex detenido desaparecido y papá del actual presidente del Centro de Estudiantes, Walter Docters, respaldó a los chicos y aseguró que los padres “no estamos dispuestos a dar un paso atrás”. Fue muy festejado. El Inspector Nelson Herrera y el director de otras de las unidades académicas del colegio, Emilio González, le siguieron en el uso de la palabra. González leyó “Si este es un hombre”, de Primo Levi, a los alumnos.
Un altercado se produjo en el patio cuando hablaba la directora provincial de Educación Secundaria, Claudia Bracci, y tres padres del colegio Normal 3, donde un profesor redimió a la dictadura, levantaron un cartel: “Oporto y Casal son responsables”, decía. Mientras Bracci destacaba la rápida respuesta de las autoridades y ubicaba el límite de lo tolerable en la reivindicación de la tortura, los padres levantaron la cartulina que provocó algún revuelo, al punto que un preceptor –luckeado como Emilio Pérsico– se asustó y llamó a los alumnos de uno de los terceros a regresar a su aula, lo que fue impedido a tiempo por sus compañeros. La funcionaria llamaba a participar sin miedo y a dar la voz, mientras el presidente del centro pedía a los padres que se rescataran y guardaran el cartel. Después, Donato aclaró que el acto no era político y afirmó: “se equivocaron los que así lo pensaron”. Docters pidió a padres y autoridades que hablaran después del acto.
La candidata a presidenta del centro de estudiantes, Casandra Flores y la actual vice leyeron juntas un texto en el que llamaban a respetar las ideas. Damián Zárate, el alumno al que se dirigieron las amenazas (ver aparte), se limitó a agradecer a todos y cedió la palabra a Docters, quien dijo que los alumnos exigían "memoria, verdad y justicia" por todas las víctimas de la dictadura.
Antes de salir a preparar la marcha por las plazas del centro platense, que hicieron al mediodía, los alumnos dijeron su consigna: “Unidos no nos vence nadie”.

Foto: Manuel Cascallar

4 de noviembre de 2010

Matan a golpes a un taxista en Ensenada: estaba desnudo y atado de pies y manos


Un taxista fue asesinado ayer por la madrugada en Ensenada. El cuerpo fue hallado después del mediodía, completamente desnudo, tirado al lado del auto, la cabeza violentamente golpeada, envuelta en una remera, las manos atadas con un cable, las piernas inmovilizadas con un cinto. Lo mataron con una alevosía impresionante en un descampado al que se accede por un camino marcado en el terreno virgen por quienes transitan por ahí desde 131 y el Camino Rivadavia para ir a la laguna ubicada frente al Aeroclub La Plata.
Gustavo Héctor Galetto tenía 57 años y aunque tuvo dos parejas y con cada una de ellas un hijo, vivía solo en una casa de Haramboure y Don Bosco, en Ensenada. Ayer, como todos los días, se levantó de madrugada y a las 5.30 fue al garaje de Bossinga y Liniers, a buscar el taxi disco 194, un Chevrolet Corsa nuevo con el que trabajaba hasta las 17.30.
Las cámaras de seguridad instaladas por el municipio de Ensenada sobre el camino Rivadavia registraron el paso del auto a las 5.45. Iba detrás de un camión, en dirección a La Plata, y dobló a la derecha para meterse en el descampado, un enorme predio sin luz artificial, que se extiende desde la terminal de la línea de colectivos 307, a la altura de la calle 131, hasta el barrio 5 de Mayo, en una imaginaria continuación de la calle 51. Ya no se supo nada de El Barba. Y nadie se extrañó de su ausencia en 7 y 48, donde paraba.
Al mediodía, un llamado anónimo al 911 alertó sobre el hallazgo del cadáver. Cuando los investigadores revisaron las imágenes de las cámaras de seguridad, no sólo descubrieron la hora en que el auto entró en el terreno. Otro taxi estuvo parado en la esquina de Rivadavia y 131. Además, media hora después, un hombre salió del predio, corriendo. Como las cámaras son giratorias, no se llega a ver cómo se fue del lugar.

Hipótesis. “Toda la plana mayor de la Policía está trabajando en el esclarecimiento de los hechos. Hay un taxista violentamente asesinado”, dijo el fiscal Marcelo Romero, a cargo del caso. “Está muy golpeado pero no puedo asegurar que tenga una herida de bala. Han ejercido mucha violencia, que se ve a simple vista. Está todo golpeado y hay sangre por todos lados”, agregó. Y después: “lo mataron aquí, con una alevosía impresionante”.
Apenas media hora después del hallazgo, con los peritos aún en el lugar de los hechos y el cuerpo del taxista tirado a pocos metros del auto, entre los pastizales, desnudo, con su ropa tirada por ahí, el comisario Roberto Castronuovo, a cargo de la Región Sur de la Policía Bonaerense, dejó transmitir su desconcierto. “Es un hecho confuso, por la brutal golpiza, porque está desnudo y por los daños ocasionados al vehículo”, describió.
La palanca de cambios había sido arrancada, como si alguien hubiera intentado encontrar algo debajo. El baúl estaba abierto y todas sus cosas tiradas por ahí. Sólo faltaba la radio AM y FM. La billetera del chofer fue hallada en el pasto. Y la policía encontró el matafuego del coche, con el que lo habrían golpeado.
Mientras que los investigadores se negaban a descartar hipótesis y se debatían entre el robo y la venganza, los compañeros del taxista estaban perplejos. “Fueron tres tipos”, dijeron. “Hubo una pelea”, afirmaron. “Lo quisieron robar”, aseguraron. “Sea como sea, estamos desprotegidos, nos pegan, nos matan. No tenemos manera de protegernos. Vamos a exigir que haya un sistema satelital”, dijo Gustavo Vitali, de la Unión de Propietarios de Autos Taxi (UPAT). Ubicados imaginariamente en la soledad del predio, a las 6 de la mañana, los taxistas pensaban que tal vez, sólo tal vez, un botón antipánico hubiera salvado la vida a Galetto, quien tuvo que haber entrado al descampado con la certeza de que algo malo le iba a pasar.

Foto: Alberto Direnzo